domingo, 30 de septiembre de 2012

Madr(il)eñas





Oigo constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.



Me basta.



Ángel González



&




Me resisto a hacer cronología de sucesos. De curvas y rectas, de huellas y barros. Me basta el sabor cincelado en la saliva por tantos verdes anegándome los grises y la alegría tatuada en los adentros por haber estado donde siempre quise estar.


Porque, en esencia, la vida que yo anhelo no es de otro mundo. En éste se pueden avistar hipopótamos, sobreponerse al miedo a las tormentas bajo el chaparrón, fotografiar ranas en las paredes y sentirse princesa de las letras a la puerta de un teatro huérfano de alfombras azules. Me basta, empero, con acariciar el musgo y ponerle escenario y olor a tantos sueños.


Así también me bastan nuestros desconocimientos, nuestros estremecimientos, nuestros cantares.


En esencia, volver  para contarlo.





jueves, 13 de septiembre de 2012

Dos bailarines y Freud





Le dijo el árbol a la rama:
sacúdete la hojarasca
 nena,
que desnuda luces
como el más cálido invierno.



Dos poetas y un colchón,
Mrs. NB & Cía.




&




Yo me olvidé del aullido de mis pies -cansados de volar sobre tacones- y tú te lanzaste como un lobo a la pista de baile. Desató tu mano en mi talle un frenesí de sudor y taquicardia.

El murmullo del dolor agujereándome el alma se fue esfumando entre tus brazos.
Mientras, relinchaban a lo lejos los caballos.



viernes, 7 de septiembre de 2012

Equis distantes (íntimas)





Y ahora que sigues aquí
cómo no vas a cansarte
si de miércoles a martes ya estoy harto yo de mi.


Me decías "lo que media
entre tú y tu soledad
es un trecho que no puedo abarcar".


Yo le preguntaba al cielo sin disimular el miedo...



Cuando te canses de mí,
Nacho Vegas




&


 Sigo preguntándome si siendo elefante resultará justificado -no soez, sino comprensible- declarar que uno "está hasta el rabo". ¿De qué? Pues vaya usted a saber. De soportar la trompa, un suponer. De lucir cuernos: perdón, colmillos. De termorregular con las orejas. De desgañitarse barritando lo que se barrunta en el aire. De tener una memoria a prueba de psicofármacos. De los mosquitos, del lodo, de los ratones. De todo un poco. De todo un mucho. Es jodido responder con seguridad, obviamente, porque cada elefante es un mundo. 


 En los humanos está peor visto. No sólo hacer de la hierba leitmotiv, sino reconocer que a través del suelo se pueden sentir vibraciones lejanas. Pero ocurre y es tremendo. Ahora dirán que estoy loca: por mí no hay problema. Yo me quedo con el temblor de un abrazo que a kilómetros me reconforta el corazón como si estuviera aquí mismo.





martes, 4 de septiembre de 2012

Abierto por reformas




Estoy aquí,
donde yo siempre estuve,
donde apenas hay sitio para mantenerse erguido.

La soledad es un farol certeramente apedreado:
sobre ella me apoyo.



En ti me quedo,
Ángel González



&



Retomo la vieja costumbre de escribir ahora que las glaciaciones estivales que dejaron maltrecho el corazón parecen alejarse hacia el oeste y el anticiclón promete tímidamente -con los labios apretados- que dejará vía libre a tiempos de serenas lluvias. Entre tanto, la actividad en las copas de los árboles no cesa: se preparan las hojas para recibir la llamada inexorable de la caducidad otoñal y andan atareadas tejiendo en sueños mantos que arropen soledades. Salen también las tintas y las savias de su escondrijo-refugio, aprovechando el caos reinante, para solidificarse en letras que templen las nervaduras y doten de sentido los limbos.  


Así vuelvo al té humeante y a la madera: porque no sé vivir sin el consuelo del azúcar avivándome el endocardio y la solidez del duramen afianzándome la incertidumbre. Casi sin quererlo, como escapa el suspiro después de las lágrimas que se desbordan o se intuye la verdad del esbozo de sonrisa que lucha por mantenernos erguidos encima de la cuerda floja.


Haciendo equilibrios tragicómicos en cada despertar.
Saltimbanqui con vértigo, podría rezar mi epitafio.