Un día quise escribir un poema a un plátano y a una botella de leche. Dejé dos líneas en blanco y escribí a continuación: cuando el espectáculo está en la grada en lugar de sobre la cama arena, es tiempo de sentir misericordia por los leones.
[Prepararé un canuto bien cargado en tu honor.]
Me recojo el pelo antes de soltarme la melena. Inhalo la niebla, a medio camino entre la jungla y el Ganges: que no se pudran las manzanas en el árbol.
Quítame las botas.
Póntelas conmigo.
Quítame las botas.
Póntelas conmigo.
Declaración de tentaciones, Mrs. Nancy Botwin
A su declaración de tentaciones le pondría yo las tildes y los puntos suspensivos.
ResponderEliminarAbrazo, tentado y hundido.
Querida Mrs. rkl,
ResponderEliminarLo quiero todo. Todito.
El mordisco y la caricia.
El azote y el beso.
Lanzo un salvavidas por la borda para que siga a flote. Ya sabe que si no es suficiente nos queda el boca a boca.
Besos de Océano Mar, darling. De salitre. De sudor y tentación.
Querida Mrs. Botwin,
ResponderEliminarHe de decirle que devorar hitos en carreteras lejanas ya no es lo mismo. Pasan los kilometros y voy cargando las alforjas de manzanas. Ni en estas latitudes ni allende los mares se echan a perder, descuide. A la vuelta, con tanta fruta acumulada, le propongo un picnic sobre las sabanas.
Beso sin prisas.
Querido Rey Cuervo,
ResponderEliminarPor una vez me olvidaré de las cestitas de mimbre y los manteles de cuadros. Este picnic, de sidra a raudales, promete saciar el hambre y bajar la fiebre con medidas estrictamente físicas. Un gusto.
Besos fogosos, dragones mediante.