Y ahora que sigues aquí
cómo no vas a cansarte
si de miércoles a martes ya estoy harto yo de mi.
Me decías "lo que media
entre tú y tu soledad
es un trecho que no puedo abarcar".
Yo le preguntaba al cielo sin disimular el miedo...
Cuando te canses de mí,
Nacho Vegas
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Sigo preguntándome si siendo elefante resultará justificado -no soez, sino comprensible- declarar que uno "está hasta el rabo". ¿De qué? Pues vaya usted a saber. De soportar la trompa, un suponer. De lucir cuernos: perdón, colmillos. De termorregular con las orejas. De desgañitarse barritando lo que se barrunta en el aire. De tener una memoria a prueba de psicofármacos. De los mosquitos, del lodo, de los ratones. De todo un poco. De todo un mucho. Es jodido responder con seguridad, obviamente, porque cada elefante es un mundo.
En los humanos está peor visto. No sólo hacer de la hierba leitmotiv, sino reconocer que a través del suelo se pueden sentir vibraciones lejanas. Pero ocurre y es tremendo. Ahora dirán que estoy loca: por mí no hay problema. Yo me quedo con el temblor de un abrazo que a kilómetros me reconforta el corazón como si estuviera aquí mismo.
Te prescribo dos grageas de cacahuete pero te advierto: el maní no sólo es la sustancia más adictiva del Universo sino que además provoca alucinaciones...
ResponderEliminarhttp://youtu.be/r1UZr8wMgak
Me las tomo en el desayuno para que pompitas más o menos el aire del nuevo día se llene de elefantes verdes bailando con Freud (ya sabes que el rosa no existe en mi gama cromática).
ResponderEliminarGracias doc. Lo voy viendo todo más claro.