viernes, 18 de septiembre de 2009

Duermevela: no soplar (II)



El sueño de la rutina, pero a tu lado:

Salto de la cama a las 10 a.m. Antes que nada, me doy los buenos días y enciendo la cafetera. Una cápsula verde, de fortíssia esperanza, mezclada con leche se torna imprescincible para encender el ordenador. Estás trabajando, yo descanso en este viernes de sol. Ordeno la casa, hago la compra, preparo la comida. Suena el último directo de Héroes del Silencio porque hoy tengo el día rockero: me siento cómoda con los vaqueros ajustados, la camiseta negra, los botines de cuento. El pelo recogido, sin maquillaje, los labios hidratados. Entra un sms, 13:35 h: "No voy a comer. Mañana espesa. Con ganas de ti. Bs" Respondo, 13:47 h: "OK. Te ofrezco tarde líquida, para compensar. ¿Te apetece? Bs" Y de nuevo la respuesta, 14:22 h: "Estoy deseándote..."

Después de comer me quedo dormida veinte minutos, con las voces de fondo del Dr. Carter y la Dra. Lockhart. Sin perder el calor generado bajo la manta abro "Palmeras salvajes". La llave entrando en la cerradura acalla el susurro poético del maestro Cohen. Llegas sonriendo, cansado. Me cuentas lo más destacado entre besos y caricias. Y comienza el espectáculo: dos horas de ejercicio antes de que salgas a correr. Un buen vino para que cocinemos algo delicioso y una noche entera por delante para seguir disfrutándonos. Ahora, que al fin concluyó la espera.

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