La Semana Santa pasó como un coitus interruptus (trabajando jueves y viernes santos, librando el fin de semana), con tiempo para una escapadita breve a la Isla del Pan. Dejó a su paso esas croquetas que le son propias (también llamadas torrijas) y más risas de las esperadas. Entre ellas, las provocadas por esta foto que -lejos de herir mi sensibilidad y confío la vuestra- sirve como pretexto para lanzar las campanas al vuelo y desenclavar de una vez al Cristo de los gitanos: siempre con sangre en las manos. Al menos hasta el año próximo.
Desoyendo las órdenes dadas, sin ánimo de ser irreverente, que me traigan una manta térmica, fentanilo, gasas, seda y linitul. Y, ya que estamos, lorazepam para María de Magdala.
No solo me ha hecho gracia la foto sino que entierra el mito de los pobres clicks de playmobil tirándose las bebidas por la espalda previa imposibilidad de doblar codos.
ResponderEliminarVale que el de la cruz tampoco los tiene, pero al menos escanciar se le puede dar de miedo!
Podríamos hacer un listado de todas las cosas que los clicks no pueden hacer sin codos. ¡Madrecita, qué cruz!
ResponderEliminarLo único bueno que se me ocurre es que no sufren epicondilitis pero, la verdad, no compensa...
Por cierto, ¿desde cuando poseen abducción los brazos de los clicks? Otra vez, hay truco.
ResponderEliminarNo hay truco, incrédulo. Es obra de Dios.
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