Alguien me acusa de intrusismo...
En los últimos tiempos soy la enfermera Mortimer. Paciente que toco, paciente que muere.
A todos los que os dedicais a ésto no os sorprenderá: son rachas, ocurre de vez en cuando. Pero lo cierto es que cuando el vaso se llena, gota a gota, acaba desbordándome. Se apodera de mí la certeza de que por bien que una trate de hacer lo que le es propio, no es suficiente. El esfuerzo es inane. Fútil.
La razón no le puede al corazón. No en mi caso.
Así las cosas, recurro al comodín de la llamada. Contesta Mr. Gila...
Me enteré de donde vivía Jack el Destripador, me instalé en el mismo hotel y como no me gusta la violencia, le detuve con indirectas. Nos cruzábamos por el pasillo y decía yo: "Alguien ha matado a alguien... y no me gusta señalar...". Al día siguiente nos volvíamos a encontrar y le decía: "Alguien es un asesino... y no quiero decir quién..."
P.D. Pienso en "Las intermitencias de la muerte" de Saramago. Y esbozo una sonrisa porque pensar en él, es pensar en tí.
La muerte es una LIBERACION.
ResponderEliminarSi es suficiente... se fue, pero se fue mejor!
ResponderEliminargrabaselo con fuego a tu corazon, que en realidad, lo sabe de sobra...
Ni me meto en la postdata! donde no te llaman... ;-)
Sabe mi corazón tantas, tantas cosas que miedo me da oírle. Incluyendo la liberación que es la muerte y mi lugar en el mundo, a su lado.
ResponderEliminarDe la posdata: un momento de intermitencia de mi cordura. De flaqueza. De constancia involuntaria e ininteligible. De arrebato. Siempre antes Márai que Saramago.