Unplugged.
Encontré un lindo gatito al que di en llamar Micifú: flaquito, descolorido, callejero. Sus ojos verdes escondían a un auténtico guerrero.
Encerré 77 gotas de agua salada en una botella de espuma. Entrelazé abrazos y olvidos; añadí al conjuro el aroma de la pérfida enana marrón; recordé, del latín re-cordis; volví a pasar por el corazón. Mineralizando el dolor hasta fosilizarlo.
Escribí para él una canción, El crimen perfecto. Imaginé que la cantaba para mí, haciéndome un hueco entre su cuerpo y su guitarra.
Nada más llegar, salí a comprar comida para ciervos.
Plugged again.
Besos.
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