Decía el crucigrama:
"la novia del vagabundo, que es una perra..."
Uno más de los pensamientos peregrinos que se cuelan entre mis neuronitas (glaseadas) para darme un respiro. Porque de respirar, precisamente, va la cosa. De hiperventilar de mala manera imaginando que en menos de un mes me tocará subirme al estrado y exponer mi ponencia (algo menos que imponente) a un público muy numeroso que me da entre quince y mil vueltas. Todo ello sin más beneficio que la satisfacción personal -si sobrevivo al pánico escénico- y el engrosamiento de un currículum vítae puramente decorativo. Un desastre manifiesto que trataré de evitar (no bailando con Freud, tumbada en su futón) olvidándome de este absurdo complejo de clase que me impide compartir mesa redonda con cinco doctores en Medicina, intensivistas para más inri, siendo una simple enfermera. Reinspiro parcialmente el CO2 exhalado, hierbas mágicas mediante, y me recompongo.
La culpa la tienen las galletas. De eso no hay duda.
Las de manzana, cuáles si no.
Y de la manzana, la sidra, y después la psiquiátrica euforia intranquila, que luego permite hacer de la alegría un estado, devolver a Adán la que tú le diste. No permitir que te haga empequeñecer como a Alicia el licor (de manzana,claro), sino que sea como el pastel. Ánimo y felicidades por todo.
ResponderEliminarQuerida,
ResponderEliminarNo imagino a nadie que pueda darle entre quince y mil vueltas. Claro que yo con usted no puedo ser objetiva.
Yo ya empiezo a aplaudir.
A ________:
ResponderEliminarQuiero pensar que he entendido bien cada una de sus palabras. Si así fuera, gracias -simplemente por escribir-.
&
Mrs, imagínese como tengo la cabecita. Hoy me merendé una "ensalada templada de otoño" con 'su-mi' hoja seca de 'mi-su' Entre Cartones. Una delicia; un capricho irresistible.
Le agradezco sus aplausos confiados con una sutil reverencia, darling. Qué menos.