viernes, 14 de octubre de 2011

Más allá del Masaya





Quienes gusten de escribir diarios de sus viajes, convendrán conmigo en que una de las prerrogativas inexcusables para hacerlo es no faltar a la verdad. Dejar constancia escrita de lo vivido, de lo pensado y de lo sentido, aunque no se ajuste a las expectativas ni encaje en lo idílico.


Las palabras que entresaco de la  No-Moleskine que llevé conmigo más allá del Masaya, dan cuerda para rato. Extorsión aparece tres páginas después de bodaComplot dos antes de estafa. Chantaje entre las mil primeras.  Monos, tortugas, zancudos y filibusteros son protagonistas indiscutibles. Serpientes letales, jaguares, arañas y controles militares,  secundarios.  Bajo lluvias torrenciales y soles justicieros; por tierra, por aguas dulces y saladas y por aire,  vivir diecisiete días en Nicaragua dio mucho de sí.  


Me reservo el derecho de no transcribir en su totalidad lo manuscrito, sabiendo como sé que no podría hacerlo sin verter una dosis excesiva de edulcorante para quitarme el regusto amargo de la boca y sin caer en la descripción de lo más íntimo para explicar mi deleite en este viaje. Tal vez más adelante, cuando ya no sienta el bamboleo de mi corazón tras apearme de la hamaca y recobre la esperanza en la bondad de la naturaleza humana.


Porque, al menos en parte, este fue El Viaje a ninguna parte.

2 comentarios:

  1. En Masacá nos pedimos quitarle el regusto amargo de la boca. Preparamos licor casero, dulce, y lo acompañaremos con usted y con lo que venga.

    El otoño y usted llegaron casi a la vez.

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  2. Querida Mrs. rkl,

    Ya era hora de que llegaran los fríos que mantienen el corazón caliente.

    Ud. estuvo conmigo en ese viaje; ¿no era suya una de las lágrimas que derramé en León?
    Extraños sortilegios entre princesas..., darling.

    Vaya preparando la botella. Yo saco la mantita y, juntas, los suspiros.

    Besos perennes.

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