...Y recordé aquel viejo chiste, aquel del tipo que va al psiquiatra y le dice: "Doctor, mi hermano está loco, cree que es una gallina". Y el doctor responde: "Pues, ¿por qué no le mete en un manicomio". Y el tipo le dice: "Lo haría, pero necesito los huevos".
W. Allen
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Empiezo a dudar de mi salud mental. Así, en general. No sé cuánto de lo que me pasa por la cabeza entra en la categoría de "normal" y cuánto en la de "aléjate de mí, bicho". No se trata tanto de ver u oír cosas raras, digamos leones africanos alados mordisqueándome la piel o un coro de luciérnagas aficionadas al góspel regalándose en concierto, sino de sentirse venir en oleada arrancando desde el píloro un llanto incómodo por incontrolable, triste e inoportuno.
Tengo motivos para mantener la calma: será el festival de hormonas que tiene lugar en mi cuerpo, me digo, o será este calor asfixiante que espesa la sangre y ralentiza la posible sonrisa compensadora. Podría ser también que esa orquestada puesta en escena del cielo para contraerme las entrañas -léase la comunicación de un nuevo embarazo por día en las dos últimas semanas, por más que resulte inverosímil- sea solo un preludio de lo que está por venir. Ojalá.
Lo malo es que también tengo motivos para perder los nervios: me resulto cansina, a mí misma y para los demás. Inserta en una espiral de autocompasión que me atrapa y se me antoja barricada en mi propio laberinto. Porque si la posible salida del enredo exige el paso del tiempo e implica necesariamente una buena dosis de paciencia, a mí me pueden la ansiedad, la prisa y la desesperación. Tendré que vivir con ello y hacer acopio de tila: que así no hay quien engorde, dicho sea de paso.
En el fondo, creo, no estoy todavía de psiquiatra. Porque una cosa es necesitar los huevos y otra distinta no poder vivir sin ellos. Y yo, que sueño con yemas y claras deshaciéndome los nudos, me despierto sudando y me miro en el espejo: por suerte, bien lo sé, no tengo nada de gallina.
Curiosa la foto, como si toda la familia de Humpty Dumpty se dispusiera a subir el Everest en cordada.
ResponderEliminarUsted no tiene nada de gallina, pero tiene mucho de pollo. Por lo delicioso lo digo.
Ya sabe cuánto me gustan las fotos: ésta, con su media docenita, vale más que mis palabras.
EliminarSepa usted que ha conseguido sonrojarme, Mr. Pazzos; que lo de menos, querido, es el piropo y lo de más, de quién viene.