Tengo miedo de verte, necesidad de verte,
esperanza de verte, desazones de verte.
Tengo ganas de hallarte, preocupación de hallarte,
certidumbre de hallarte, pobres dudas de hallarte.
Tengo urgencia de oírte, alegría de oírte,
buena suerte de oírte y temores de oírte.
O sea, resumiendo,
estoy jodida y radiante.
Quizás más lo primero que lo segundo
y también viceversa.
M. Benedetti, Viceversa.
P.D. ¿Quién coño me ha robado la sonrisa?
En casa del cucharero se come con las manos
ResponderEliminarCalladas las bocinas a los tritones gratas,
ResponderEliminarcalladas las sirenas de labios escarlatas,
los carrillos de Eolo desinflados, digamos
junto al laurel ilustre de florecidos ramos
la gloria inmarcesible de las Musas hermosas
y el triunfo del terrible misterio de las cosas.
He aquí que renacen los lauros milenarios;
vuelven a dar su lumbre los viejos lampadarios;
y anímase en mi cuerpo de Centauro inmortal
la sangre del celeste caballo paternal.
Palabras de Quirón, Rubén Darío.
Querido Anónimo 1º, o artesano del refrán:
ResponderEliminarEn casa de la enfermera... se hace lo que se puede. En torera.
Querido Anónimo 2º, o poeta de lo sublime:
ResponderEliminarLa virgen de las vírgenes es inviolable y pura.
Nadie su casto cuerpo tendrá en la alcoba oscura,
ni beberá en sus labios el grito de victoria,
ni arrancará a su frente las rosas de su gloria.
Palabras de Quirón, Rubén Darío.