Es hora de hablar de la quimera de otra vida.
Que no interrumpa lo cotidiano mis pensamientos,
que no me dejen sin mi sustento en vano.
Se precipita mi debilidad hacia la noche lenta del amor.
Y es hora de hablar de los límites de mi cuerpo
y el regateo de mi ficción, pura ficción.
La elocuencia me hizo creer en mis propias palabras.
Buenos deseos, titiriteros, hacia un lugar sin nombre.
Y empiece como empiece todo acaba
siendo menos de lo que yo esperaba.
Es hora de hablar...
del trapecio que ante la nada oscila,
de alterar el destino.
&
Es hora de hablar...
del presagio que ante el todo se enmaraña,
de la raíz que sostiene mi corazón.
P.D. Prologando mi intención, Mr. Enrique Bunbury.
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