miércoles, 29 de septiembre de 2010

Desnuda, un pez en el agua




A veces, mi egoísmo me llena de maldad,
y te odio casi hasta hacerme daño a mí mismo:
son los celos, la envidia, el asco al hombre,
mi semejante aborrecible, como yo
corrompido y sin remedio,
mi querido hermano y parigual en la desgracia.


A veces -o mejor dicho: casi nunca-,
te odio tanto que te veo distinta.
Ni en corazón ni en alma te pareces
a la que amaba sólo hace un instante,
y hasta tu cuerpo cambia y es más bello
-quizá por imposible y por lejano-.


Pero el odio también me modifica
a mí mismo, y cuando quiero darme cuenta
soy otro que no odia,
que ama a esa desconocida cuyo nombre es el tuyo,
que lleva tu apellido,
y tiene,igual que tú, el cabello largo.


Cuando sonríes, yo te reconozco,
identifico tu perfil primero,
y vuelvo a verte, al fin,
tal como eras, como sigues siendo,
como serás ya siempre,
mientras te ame.



Carta sin despedida, Ángel González

2 comentarios:

  1. Le comenté: Me entusiasman tus ojos.
    Y ella dijo: ¿Te gustan solos o con rimel?
    Grandes, respondí sin dudar.

    Y también sin dudar me los dejó en un plato y se fue a tientas.
    ______________________________

    Eso era amor. Ángel González.
    ______________________________

    Besos, en huelga, reivindicando un trabajo digno con más pasión y menos temor.

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  2. Mi querida Mrs. rkl,

    Huelga decir que hay un Ángel que nos guarda a ambas desde el cielo.

    Sabe usted de qué le hablo: a veces se vuela y otras se vive en bajito.

    Shhhhh... que el mar no se despierte. Que siga dormido entre mis brazos y los suyos.

    Besos silenciosos. Dulces.

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