He vivido en un tiempo histórico de ruptura y tan viejo soy, que hay en mí distintos sedimentos, como en las montañas. Así, todavía guardo de mi juventud las marcas de las luchas sociales. Pienso que los chicos me querrán porque nunca dejé de luchar, porque no conseguí instalarme en ninguna época, y hoy, trastabillando, me siento cerca de la gente que aprendió a vivir de otra manera. Y muy cerca de los jóvenes que después de este horror de mediocridad, indecencia y ferocidad, pujan por nacer a otra cultura que vuelva a echar raíces en un suelo más humano.
Diarios de mi vejez, E. Sábato
No hace falta subirle el telón a los párpados y ofrecerles espectáculo. Basta con no poder cerrar los oídos, como puede hacerse con la boca o con las manos.
Puedo no mirar por la rendija que deja un cajón mal cerrado. No ver el reflejo metálico de los cuchillos. Intentar olvidarme de su existencia al despertar. Callar con asepsia y revolcarme en el fango cuando escribo. Morderme la lengua y apretar los dientes. Retozar sobre la tinta y mi hierba. Ponerme guantes antes de abrir las piernas. Fingir que no es mi sangre. Soñar que no son mis manos.
Relicarios de un soñar, Mr. Nancy Botwin
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No hace falta subirle el telón a los párpados y ofrecerles espectáculo. Basta con no poder cerrar los oídos, como puede hacerse con la boca o con las manos.
Puedo no mirar por la rendija que deja un cajón mal cerrado. No ver el reflejo metálico de los cuchillos. Intentar olvidarme de su existencia al despertar. Callar con asepsia y revolcarme en el fango cuando escribo. Morderme la lengua y apretar los dientes. Retozar sobre la tinta y mi hierba. Ponerme guantes antes de abrir las piernas. Fingir que no es mi sangre. Soñar que no son mis manos.
Relicarios de un soñar, Mr. Nancy Botwin
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