Silba el viento dentro de mí.
Estoy desnudo. Dueño de nada, dueño de nadie, ni siquiera dueño de mis certezas, soy mi cara en el viento, a contraviento y soy el viento que me golpea la cara.
La ventolera, Eduardo Galeano
&
Renuncio a elaborar mi propio listado de cosas que hacer antes de morir y tacho al menos una línea en otro ajeno. Ya nadé en las aguas de los tres mares. A favor y contracorriente.
Hoy, que conocí a Hedy Lamarr. La mujer que escribió su biografía erótica -más allá del bien y del mal-, e inventó el espectro expandido -técnica de conmutación patentada en los 40 y vigente- me dejó fascinada. Suyo fue el primer primerísimo plano de un orgasmo femenino en las pantallas. Éxtasis fingido, con un making of curioso: el director le pinchaba las nalgas con un imperdible. Suyas las transigencias en privado: cuando su marido la ató a la pata de la cama y la encerró bajo llave en palacio, ideó un plan de fuga. Sedujo y se acostó con la criada para escapar del cautiverio. Rechazó el papel protagonista en Casablanca y Lo que el viento se llevó. Ea.
No sé nada de cine, pero no olvido según qué escenas: entre otras, esa suya en que un simple beso provoca que se le hagan carreras en las medias. Guau. Ñam, sí.
Sin Cristasol: con espejos, Mrs. Nancy Botwin
Hola!
ResponderEliminarVengo de rebote y me quedo...
Hay vidas increíbles, la verdad. Luego miras tu cotidianeidad y te crees algo porque te ha ladrado un perro...
Enhorabuena por el blog!
Wellcome AM Editorial,
ResponderEliminarQuédese cuanto quiera, faltaría más, y baile cuando lo tenga a bien.
Quizá el truco sea observar con atención la cotidianidad hasta hacerla parecer espectacular.
Gracias.