Come y calla,
le dice la madre al niño.
Come y calla,
el cliente a la ramera.
Come y calla,
le dijo Eva a Adán.
Así, comiendo y callando, se rumia en silencio, en los hospitales, en las cocinas, en los psiquiátricos, en las casas que abanderan la decencia, en las camas donde nunca debiste dormir, frente a los frutos prohibidos que nunca debiste coger.
Come y calla, Ana E. Pena
&
Una cantidad ingente de gérmenes vivos de Salmonella typhi me recorre los adentros preparándome para la huída: vacaciones y vacunaciones a destiempo.
Un futuro ciertamente incierto me aventura a probar a aprobar de una vez por todas la fatídica asignatura: prácticas de una antropóloga cada vez menos inocente.
Un rosario de cicatrices en las manos presume de intentarlo todo antes de darme por vencida.
Un pitillo ajustado a las caderas y la indecencia de mantener el tipo sin esfuerzo alguno. Otro más -ceñido entre los labios- para darle a mi horizonte sus grumos en la niebla.
Comedida y canalla, Mrs. Nancy Botwin
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