LIFE POETRY UNDER YOUR EYES
Poeta salvavidas
situada debajo
de la parte posterior
de su aliento.
Arrojada, C. Camacho
&
Con el pantalón blanco recogido por debajo de las rodillas y las medias de compresión amarilleando en el baúl de los recuerdos, ha llegado el momento de vestir nariz de gomaespuma roja, calzas de ocasión y zuecos de clown. Todo ello atrezzado con un nuevo fonendoscopio que me permite hacer oídos sordos al tumulto externo y concentrarme en las resonancias de los adentros.
Porque cada café, cada cena y cada cigarro hospitalarios se revisten de un tiempo a esta parte de queja y escarnio. De indignación comprensible pero también infructuosa. Mal ambiente que reseca la garganta y frena en seco las ganas de implicarse en algo distinto a la poesía.
Me recuerdo, día a día y noche a noche, cuánto me gusta aún hoy mi trabajo; por más que hace ocho años ganase por él más de lo que gano ahora. Recuerdo también cuántos contratos eventuales acumulé de seguido antes de aprobar la oposición que me permitió disfrutar de vacaciones de verano. Cuántas horas de formación y de experiencia he acumulado antes de cobrar cuatro trienios y cuánto de lo mío -de lo no exigible ni retribuido- he puesto y pongo en cuidar a otros.
Una situación privilegiada, acaso, que no cayó del cielo como lo hace la lluvia, el maná o los meteoritos. Una vocación anclada en la doble cadena helicoidal a prueba de terremotos de IRPF, congelaciones salariales e incremento de horas laborales semanales. Y una determinación firme de no dejarme contagiar por el virus de la desidia ni la plaga de la desesperanza.
Distrés expiatorio, Mrs. Nancy Botwin
Mi madre se dedicaba a lo mismo que usted. Y en el Zielo seguro que se sigue dedicando a ello. Gracias, darling. Voy a descorchar una botella de Rueda, véngase a compartirla.
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