No dispongo de mi archivo fotográfico habitual para ilustrar estas palabras.
Háganse a la idea de que desvirgan mis dedos la teclas de un portátil que me fue prestado.
Aprovecho este silencio no enturbiado (sólo llegan a mis oídos el trino de los pájaros y el crujir de las ramas con el viento) para proyectar mi voz al cielo.
No crean que rezo y pido. Más bien agradezco.
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