Se impregna de literatura el sábado, con su noche y con su fiebre, para terminar desestimando los vaivenes vitales de un Dostoievski adicto a la ruleta rusa, de un Poe adscrito al terror del delirium tremens, de un Maupassant enloquecido que no logró abrirse la garganta con un cortaplumas. A vuelapluma, el maestro Allen (no Ginsberg, si no Woody) se autoproclama Jefe de Sección de Arcadas Secas, un Diario de Opinión. Camuflándose entre dímetros anapésticos, el poeta responde al poeta y le ofrece presupuesto.
Se impregna la sesión vespertina dominical con lo cinematográfico de la boca sumarísima que dejando escapar el humo sale al encuentro de la languidez en una mirada perdida en el pecado capital. Castigando y relegando al ostracismo por nocivo, fulminante y letal lo que antaño fue erotismo elevado a la enésima potencia. Fumar y esperar, pensar, seducir, dar a entender. Fumar y delinquir, todo en uno, por capricho de quienes legislan hilvanando cortinas de humo con hilos de prohibición.
Se impregnan de color rosado mis pómulos haciendo pública mi atracción por lo clandestino, lo irreverente por desafiante, lo vetado. Esta Gilda que se pone los guantes a diario y como Rita se los quita -en ocasiones especiales-, se sube al escenario y canta lo que escribe en este Náusea Húmeda, Otro Diario de Opinión. Humo® negro de palabras ahumadas que exhuma sentimientos. Que suprime la hache y abre los labios hasta la a para besar en este escribir. Mientras consumo. Con sumo gusto.
Échele la culpa al humo de su cigarrillo, mrs. Diga usted que sí.
ResponderEliminarSuave como el satén de sus guantes, caliente como sus palabras, afilado estilete de corazones rotos....
Culpable!
Kurtz
Querida mía
ResponderEliminarCon la misma que recojo su guante, hago fuego de una copia de la 42/2010 que uso para dejar prendida su erótica prensada. Por favor, un poco de humo, de su boca a la mía, entre nuestros labios rozándo(se en) lo ilegal.