No deja de ser curioso
que Tirso de Molina
rime con
Naranjas de la China.
Comprobé esta misma tarde que mi corazón aguanta la friolera de 140 lpm sin dar señales de alarma. Debí desconectarla en sueños. Todo ocurrió sin previo aviso, como viene siendo costumbre últimamente.
Andaba yo tranquilamente haciendo la compra en el supermercado (ocho de la tarde, estado semicomatoso) cuando recibí una llamada mientras curioseaba por la sección de congelados. Creánme si les digo que seis letras en la pantalla del teléfono fueron suficientes. Leí su nombre, abrí el aparatito y me convertí en máquina de generar calor. En breve inciso aclararé que el hecho de que se derritieran hasta los helados me pareció lo de menos dada la situación.
Oír su voz e intentar retener el mensaje, eso era todo lo que tenía que hacer. Demasiado complicado. El corazón distrayendo con un palpitar desbocado. Dándole más emoción al asunto.
Al colgar, misteriosamente, estaba en otro pasillo. El carro se había llenado solo. Lo llevé hasta la caja con serias dudas de si era el mío o le había dado a alguien el cambiazo por confusión. El rojo pasión quemándome los ojos de esa Flor de Pascua me convenció. A pagar. Todo menos los besos, que no pasan por caja.
Por sus 120 este té-quila. Mañana más y mejor.
Querida Mrs. Botwin,
ResponderEliminarCuando el corazón nos late a mil y la mente nos traiciona, besar no cuesta trabajo. Contemos con ello.
Más suyo que nunca,
Uskglass.
Mi querida Mrs. Nancy,
ResponderEliminarBrindo, con vino del caro, por que su corazón siga latiendo, loco y ensordecedor. Que siga llenando el carrito de cosas que no necesita mientras llena hasta los topes, sin dilación ni marcha atrás, su corazón de lo que usted precisa.
Brindo, darling.
Ese "en capilla" que dicen los toreros...
ResponderEliminarDel (I) implícito:
- Querido Uskglass,
A besar.
Del (II) explícito:
- Querida Mrs. rkl,
A brindar.
* Tarde de confirmación de alternativa, en Madrid. Echando el resto de purísima y oro.
Qué modo de vivir, qué desmesura.
Qué romance del duende y la bravura.
Desplegando el capote en amapola...