miércoles, 29 de diciembre de 2010

Confabulaciones sin contenciones




El dragón alado
abandonó su guarida secreta
para reinventar el cuento.



Estaba cansado de frotar sus escamas contra las paredes de piedra buscando caricias. Hastiado de lanzar llamaradas que derretían el espejo que le reflejaba. Dubitativo: no sabía si cortarse la cola o dejársela larga, tanto daba si nadie podía apreciar la diferencia. La mañana en que no sonó el despertador se desperezó con alegría inusitada. Saltó de la cama con un ímpetu encomiable -provocando un discreto terremoto- y se lavó la cara con el agua por él entibiada para eliminar los tres kilos de lágrimas secas que adornaban sus ojos. Las dejó ir montaña abajo sin pensar en recogerlas para el trueque en el mercado: ésa era su principal fuente de ingresos. Se cotizaban caras las legañas de dragón entre las brujas y los cuentistas.


Aseado con esmero se preparó un buen desayuno. Nada de hormigas garrapiñadas ni pastel de setas pútridas con yogur mohoso. Chocolate con churros, un capricho salvaje. Se sentó en su hamaca favorita y encendió con un bostezo la chimenea y el primer cigarrito del día. Detuvo la mirada en las pilas de libros esparcidas por el suelo enmoquetado de su gruta; le gustaba andar descalzo y no supo montar las estanterías que compró en Ikea. Se preguntó si alguna vez esos condenados suecos incluirían instrucciones en dragoélico y un extintor de emergencia para apagar igniciones derivadas de blasfemias. Repasó lo escrito en sus cuadernos, pasando por alto el toque kitsch de los bordes apergaminados y sacudiendo los restos de ceniza: necesitaba encontrar a la dragona de sus sueños.



Antes de salir a surcar los anchos cielos, dejó puesto el lavavajillas y prendió dos varillas de incienso. Olía a cerrado en aquella cueva. Se acercó hasta el cibercafé más próximo, a escasos diez mil kilómetros, y se registró en la web de contactos míticos. Le costó dar con las palabras precisas para anunciarse: "Dragón en edad de merecer ofrece fuegos sin artificio además de artificiales que iluminen las noches estrelladas y calienten escamas ajenas al contacto con las propias. Edad: mayor de dieciocho centurias. Peso: el específico, en toneladas. Aficiones: corretear por veredas, cocinar a fuego lento, fotografiar a lente templada y volar con la imaginación. Absténganse locas por Dragó y obsesas draconianas." Subió su mejor foto -no era la fotogenia su mayor virtud- y resopló de alivio. Hecho. La exhalación involuntaria calcinó la conexión wi-fi que flotaba en el aire; le costó siete mil piedrólares contentar al encargado del antro en cuestión, pero los pagó con sumo gusto y salió a respirar el aire libre. Para aliviar también el peso de tanto piedrolar suelto, compró un portátil: mejor conectarse en su camarote-cueva. Con él bajo el ala derecha se dio una vuelta por Damasco y volvió a casa a preparar la comida.



Y entonces ocurrió. Una dragoncita solitaria disparó con su arco certero una bola de fuego y esparció sus palabras serpenteantes por el vacío infinito para que fueran a su encuentro. Hablaban el mismo idioma; leían y escribían el mismo cuento. Tenían ambos en la memoria un érase una vez que no acabó con perdices ni su rima. La oportunidad del presente y su regalo para que al colorín colorado le siguiera un este cuento ha comenzado.



De la fábula y la tentación,
contigo y sin contención,
en nuestro soñado cuento.


6 comentarios:

  1. Admirado y sobrecogido. Este dragón debería salir a bailar y tomarse un licor de lava de vez en cuando. FELIZ AÑO

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  2. Mr. Anónimo,

    Adelante. Que arda la garganta con licor de lava -sin excusas- y se temple el cuerpo para salir a la pista.
    Feliz año, bailando.

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  3. Mi querida Mrs. Nancy,

    Feliz me hace la felicidad de sus dragones y más aún y sobre todo, la suya propia.

    Hay que amar con amor para salvarse. Que se salven sus dragones, creo que usted, darling, está ya salvada.

    Que así sea.

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  4. Querida Mrs. Botwin,

    La suya me recuerda la historia de un dragón alado que un buen día rescató del fondo del baúl el diccionario de dragoélico y se sacudió la ceniza de los oídos. La propensión de los dragones a calcinarlo todo, voluntaria o involuntariamente, les hace nadar en polvo gris. El viento traía los ecos de las palabras cantadas desde una remota cueva y una bola de fuego, disparada con tino, templó sus escamas. No recordaba, o más bien ni siquiera conocía, la rica gama de vivos colores de éstas cuando adquieren la temperatura adecuada. En absoluto esperaba que San Jorge, el mayor aguafiestas draconil, no hiciera bien su trabajo y dejase con vida, vagando por sus mismos cielos, a una encantadora dragoncita. Él, que se había resignado a ser el solitario monstruo que aterroriza a los aldeanos, deglute ovejas a pares y chamusca las cejas de caballeros con demasiada armadura y demasiado poco juicio, comenzó a soñar un final alternativo al triste cuento del que era el protagonista, y también, por qué no, el comienzo de uno bien distinto.

    Volando con la imaginación, en tu imaginación,
    reinventando contigo un cuento en el que no tienen cabida ni espacio ni tiempo,
    que comienza como debe, con final feliz.

    Naciendo el año del dragón.

    Suyo, qué le voy a decir que no sepa.
    Uskglass.

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  5. Mi queridísima Mrs. rkl,

    Me complace encomendar una nueva misión a mis dragones alados. Sé -fehacientemente- que se dejarán las escamas en el empeño.

    Van en su busca, para sobrevolar su corazón y prenderlo de una vez por todas. No se asuste si al verla a usted se les erizan las pestañas y se les humedecen los ojos. Será de alegría por haberla encontrado.

    Que así sea, les digo. Y el eco del cielo se suma, velando siempre por usted, con su amén.

    Todo arde cuando la chispa es la adecuada. Todo llega, darling.

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  6. Querido Uskglass,

    Antes de distraerme saboreando su lengua de fuego, quisiera compartir con usted algo que leí en la draconpedia y que a buen seguro le divertirá.

    El ajedrez draconil contempla la posibilidad de que el Rey Cuervo y la Reina de las Amazonas se enroquen entre ellos y en lugar de amenazarse jueguen a amarse. Nadie pierde entonces la partida. Existe el riesgo de que en dicho movimiento se generen nuevas piezas, lo que tampoco sería una tragedia.

    Usted sabe, pues además de un par de alas tiene escamas que calientan las mías, que vivir el Año del Dragón a su lado es más que un sueño.

    Comenzando con final feliz, encantada con nuestro cuento.

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