El mosquito ballenero se cierne sobre su presa, la eleva mil o dos mil metros sobre el nivel del mar y la deja caer. Cuando se desparrama, devora sus restos.
Conclusión (1): las ballenas no saben de amerizajes.
Conclusión (2): los mosquitos comen sin cubiertos.
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El hotel no era de lujo.
Tanto daba.
Lo era la compañía.
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Hoy quise tocarte y vi cómo se alzaba el Mondúver -inmenso- entre tú y yo. Paseé tus huellas entre las olas roneándole al mar para que acariciara mis tobillos. Di cuenta del asado lento de las aves domésticas sobre la arena y de la dulce flojera del inspirar-espirar-suspirar que provocan las mareas. En la tierra. En los cielos.
Desarreglos de mis reglas, Mrs. Nancy Botwin
Querida Mrs. Botwin,
ResponderEliminarCon media tonelada de corazón, quince mil litros de sangre en circulación y unos desarreglos niagarenses, cada latido de su alado cetáceo, transporte lowcost de Aerolíneas Jonás e Hijos, se escucha a una distancia de dos millas, muchas menos de las que separan esta ciudad fantasma y su olor a brea derretida de la arena bajo sus pies.
Lejos de ese mar nuestro, del haraganear porque sí y de un querer ver sintomático, escucho con nitidez su latir acompasado con el mío.
Contando los días,
Uskglass de Rodriguez.