Exquisita pendencia la de mi boca y la suya por ese dedo abeja que libó entre murmullos y distensiones golosas
las sucesivas floraciones de mi anémona nocturna.
-Era el placer como una de esas muñecas rusas que se abren
y aparece otra,
y otra...-
A. Guzmán
&
Me llaman Jane. No por Austen ni por Fonda; por Chita.
Redecoro la selva cada tarde. ¿Puede ser más bonita?
Atesoro toneladas de planos en tres imaginaciones
y la ansiedad de mancharme las manos de facto.
Fumando lo mismo, Mrs. Nancy Botwin
Querida Jane,
ResponderEliminarEn un alarde de clarividencia, le auguro para los dominios tras las puertas correderas una humedad relativa casi absoluta y una tupidez amazónica. La fauna desatada; el malarone, de uso obligado; cola para las paredes; y una advertencia: la hierba del suelo no se fuma.
Suyo,
Uskglass.