Decidida estoy a darle chance a Caperucita, a seguir soñando despierta y a pintar las paredes del mismo color que mi esperanza. Me complace este Síndrome Antidiogeniano que vacía armarios y estanterías a velocidad ultrasónica. Sudo, empaqueto, doblo y limpio. Descanso para dar dos o tres caladas ansiosas y un sorbo al café templado. Me encandila la manufactura del detalle que me roba la siesta y la visión panorámica que guardo en la trastienda del córtex.
Tengo dos billetes de avión esperando en la cestita y poco más de treinta horas para colgar el fonendo en la taquilla. Una maleta que se conforma con lo justo y un permiso por triplicado para surcar los anchos cielos-mares. Una capa impermeabilizada especial para daltónicos y un master en ensoñaciones intensivas.
Glucemia en rango, Mrs. Nancy Botwin.
My darling,
ResponderEliminarQue se preparen los mares para ser surcados y los cielos para ser volados. A por ellos, no tenga piedad.
Pero vuelva pronto, querida, que vivir sin usted es menosvivir.
Querida Mrs. rkl,
ResponderEliminarVuelvo en unos días al sitio donde ideé este blog. A esa galería recóndita que me inspira paz.
No la echaré de menos.
Usted siempre está.