Deja que la elocuencia de mis libros,
sin voz, transmita el habla de mi pecho
que pide amor y busca recompensa,
más que otra lengua de expresivo alcance.
Del mudo amor aprende a leer lo escrito,
que oír con ojos es amante astucia.
W. Shakespeare
&
Pronostico, aquí y ahora, que el Nobel de Literatura recaerá allá por el 2017 ó 18 en el ínclito Javier Marías. Para entonces saltarán las primeras alarmas: los niños sabrán teclear a velocidad ultrasónica pero no escribir a mano. El adiós a los bolígrafos, precedido por el ocaso de las plumas tiempo ha, nos llenará entonces de nostalgia; pero nadie se llevará las manos a la cabeza y habrá incluso quien dé por bueno el trueque en aras de la evolución.
Condenados estamos al enlatado, como las sardinas; a conservar en memorias ajenas lo que no cabe en las nuestras, a reducir los espacios de almacenaje, a comprimir los saberes y rescatarlos a su debida cuenta permitiendo que estiren las piernas antes de encerrarlos de nuevo. A acumularlos como un fin en sí mismo, sin saber muy bien qué hacer con ellos. A perder la identidad del manuscrito; del respeto -o la ausencia de él- por la ortografía, por los márgenes, por los espacios.
Me anticipo y sirvo en su jugo los enlatados Botwin: sin aditivos, colorantes ni conservantes.
Producto artesanal que no cotiza en bolsa, sino en vida.
Póngame todos los enlatados que le queden. Sí, todos, que yo a usted no quiero compartirla. Le pagaré a plazos si no hay inconveniente, o me hipotecaré hasta el corazón si lo hay. Pero póngame todos que yo a usted no la comparto.
ResponderEliminarEntre usted y yo: pegué una etiqueta encima de Enlatados ACME.
EliminarSe lo digo bajito, en confianza.
Y añado: olvídese del dinero, darling, que me tiene ya bien pagá llenándome la poesía de suspiros.