viernes, 30 de marzo de 2012

Bambitas de mis amores



Me gustan los pitisúes y las milhojas de crema,
los cuernos y las canastillas, y las palmeras de yema.

Esos palitos de nata, me como diez y no me harto.
Y esas merengas que tienen azuquita por lo alto.


Como una bola sé que me estoy poniendo.
Como una bola, lo estoy reconociendo.
Yo sé que eso no es bueno, pero a veces tiene ventajas.

Porque en la playa, cuando hay aguaje,
a las canijas se las lleva el oleaje.
Y yo allí sola, conmigo no...
no pueden las olas.


2012 ¡Viva La Pepi!
[La Chirigota del Selu]


&


Qué arte hay que tener para improvisar una letrilla como ésta y cantarla con la trascendencia que requiere. Les ruego prueben a tatarearla en la intimidad: seguro que conocen la melodía. Con un obrador en crisis, la crema de la hilaridad sin aditivos ha de rellenar  el vacío impuesto por las masas industriales. De la intelectualidad mejor no hablamos.

Porque para comer la bamba se necesita un poquito de gracia y otra cosita. Una lengua sin remilgos y una predisposición a que el azúcar glass resbale por el escote. Y si a pesar de ello una sigue siendo canija será porque no se puede tener todo en esta vida. O porque, en el fondo de los mares, el oleaje sabe que su misión es raptar a las sirenas de la orilla.



2 comentarios:

  1. Se empieza por lo dulce. El día y todo lo demás.

    Luego, tarde o temprano, se acaba teniendo algo salado en la boca.

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    Respuestas
    1. Ratifico en mis dominios: usted y yo somos distintas personas.

      Fíjese que a mí, antes de acostarme, me apetece siempre algo dulce (pongamos chocolate). Lo salado lo llevo de serie.
      Me debe un guante.

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