Que Dios reparta suerte.
El toro llega menos violento al tercio de muleta y, conseguido su dominio, se le puede atemperar la embestida con ceñimiento, lentitud y estética armonía. El riesgo no disminuye, porque el diestro ha de ejecutar las suertes con quietud y el toro ha podido desarrollar sentido tras los numerosos pases en que participó durante la lidia.
La forma de citar y el dominio del arte -parar, templar y mandar- no debe degenerar en la ejecución de las suertes fundamentales marginando los cánones. Se debe citar adelantando el engaño, cargando la suerte y ligando los pases. Y finalmente, toda la lidia converge en la ejecución de la suerte suprema: recibiendo, a volapié, a un tiempo, aguantando o arrancando. Al hilo de las tablas o en los medios.
El público entendido agradece el brindis en la boca de riego cuando sabe que en la arena hay un torero "en torero". Dispuesto a no salir de la plaza por su propio pie: o a hombros por la Puerta Grande o en brazos por la Enfermería.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Invitados al baile