Cenicienta se pasó por el sindicato antes de fumarse el cigarrito del descanso: señores míos, dijo dulcemente, me adeudan la friolera de doce mil euros y no veo intención de pago. Pero allí no había nadie, sólo un cartel sobre la mesa del despacho que, con faltas de ortografía, anunciaba: "Estamos en Gerencia tomando el piscolabis navideño".
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Cuando Peter Pan no pudo llevarse a la boca su bread de cada día, quiso cambiarse de nombre. En el registro le propusieron Vino y, desde entonces, dormita con un tetrabrick entre los brazos en la estación de metro de Sol, junto a lo que antaño fue una hamburguesería Wendy. De rutina amanece nublado, que no es poco.
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El gato con botas pidió presupuesto a su zapatero de siempre para que le pusiera tapas. Ante lo desorbitado del precio del arreglo probó en "Recauchutados Mariano: soluciones de tercera mano". Le requisaron las botas por ser rojas y se llevó, de propina, una multa por pasear por los tejados sin pagar el correspondiente impuesto de desgaste.
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Los tres cerditos, con la casa a medio construir y un enjambre de andamios afeando el paisaje, se pusieron manos a la obra. Cuando al fin acabaron los arreglos, se presentó allí el lobo dispuesto a la feroz demolición. Terreno rústico no edificable, ponía en la orden de desahucio.
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Feliz 2012, queridos;
dénse por invitados a la cena en el bosque,
por descontado.
My darling, nadie como usted para contar verdades. Le invito, entre cuento y cuento, a tarta de frambuesa y tabaco de liar. Y que este año y los mil siguientes sigamos compartiendo todo lo que usted y yo compartimos. Que no se pierdan los besos de mi casa a la suya, que no se calle el viento, que la quiero, darling, que la quiero.
ResponderEliminarY que no hace falta que le diga, querida mía, que el sentir (como el transpirar, el versar y el amar) es recíproco.
ResponderEliminarBesos sin necesidad de GPS, Mrs. rkl.
Unívocos y universales.