El artículo 57 del Código Deontológico me obliga: la Enfermera/o debe ejercer su profesión con responsabilidad y eficacia, cualquiera que sea el ámbito de acción.
Al amparo de lo cual, contando con el consentimiento implícito de la Organización Mundial de la Salud y sin otra financiación que los trillones por mí atesorados en la caja del Monopoly, he pensado lanzar el Proyecto Esmegma Zero.
Dicho proyecto, que no entraría en competencia con los ya implantados (Bacteriemia Zero y Neumonía Zero), vendría a estandarizar las medidas de prevención de semejante guarrería. Estas serían, en resumidas cuentas, lavarse y secarse con esmero: no sólo las manos.
Dado que el agua y el jabón son profilácticos de bajo coste y probada eficacia, el proyecto tiene visos de éxito rotundo y absoluto. Las mayores dificultades para su implementación radican, a priori, en la selección de imágenes para los carteles anunciadores y en vencer la resistencia de todos aquellos a los que dicho proyecto les sude, literalmente, la polla.
De lo nosocomial a lo nasocamal sólo hay un paso; el del surco balanoprepucial. De lo deletéreo a lo venéreo, acaso, un beso. Ergo primero lo detersorio; luego lo reverencial.
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