miércoles, 12 de agosto de 2009

La chica de la lavandería es enfermera



Había cuatrocientos perros en la puerta de la comisaría y lo más complicado fue encontrar una salida fácil. Al fin nos vimos compañero...

No hubo lugar para el contacto físico: los dos besos que quería darte, el abrazo que al fin nos trajera de vuelta a la realidad no virtual. El resquicio para la intimidad se llenó entonces con una mirada cómplice enmarcada en una sonrisa radiante. No supe qué hacer, cómo comportarme. Así que lo natural fue ceder paso a la profesionalidad por la que nos pagan y a la que nos debemos; como si en estos meses no hubiera existido entre nosotros un huracán ambulante que se llevó por delante tanto como dejó.

Aprendí las normas al segundo día y entonces supe que no iba a ser tan fácil. Otra carambola imposible de la artista equilibrista: me debían un regalo, no sabía qué pedir y me fuiste regalado. ¿Por qué es todo tan difuso, tan obtuso, tan extraño? La magia protegida en su misterio, inabarcable e incomprensible, de lo semejante llamando tal vez a lo semejante.

Mientras el ordenador se empeñaba en recordarnos que habían pasado muchos meses sin tenerte cerca, empezamos a susurrar y aproveché para capturar las pecas de tu cara en mi cámara de fotos. Pautar dos veces la insulina, controlar la hiperglucemia para que lo dulce sea dulce en su justa medida. Aflojar, ver que sigue sangrando, volver a comprimir. Y no aflojar de nuevo.

Después, conduciendo hasta casa con Dylan acompañándome, dudé e hice repaso. Nueva receta para el cóctel “Chica de la lavandería”: mezclar incredulidad, control del entusiasmo y taquicardia feroz a partes iguales. Añadir unas gotas de ‘mentir con disciplina, precaución y sinceridad’. E voilà. Servir shaken, not stirred.

Voy a seguir soñándote y no por voluntad. Transformando mi desengaño en ilusión. Dejando vía libre para que la razón se apodere de mis sentimientos. Recordando que entre dudas y temores nace mi alegría. Cerrando mis ojos para verme cuando el corazón me dicte. Todo tiene sentido.

1 comentario:

  1. Me gusta tu cóctel Nancy. Aunque yo te agitaría y te removería a partes iguales...

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