miércoles, 24 de noviembre de 2010

Látex por los suelos




Érase una vez una rata que entró en una peluquería...


Diecisiete centímetros de cuerpo seguidos de veinte de cola y una aventura a su medida, al amparo del destino.

Se jugaba un escobazo en la cabeza. Traumatismo craneoencefálico ratonil severo: al hoyo.

Tal vez fenecer ahogada en el lavabo a manos de una aprendiz de estilista con fobia a los roedores, empeñada en lavar sin miramientos todo su pelo en conjunto. Mejor por partes, por experiencia: especial atención a los delicados bigotes.

Si lograba pasar inadvertida para el común de los humanos, era probable que encontrase los ojos fijos del gato de la Sra. Begoodíes. Siempre el pelo sedoso y limpio, cuidado. Qué ganas de ponerle el cascabel aún a riesgo de llevarse un arañazo...

Pero le pudo un pecaminoso instinto diferente a la lujuria: debajo del carrito de las mechas, con sus platas, estaba su droga. Oscuro objeto de deseo. Se reconocía adicta a los rizos con sabor a queso.


Para Jarita, por su frescura y sus ganas de jarana. Aceptado el duelo.


1 comentario:

  1. Mechas y platas... los pelos de punta.
    Oscuro objeto de deseo... usted, Nancy.

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