"Ni con el mayor esfuerzo de la imaginación podía considerarse dulce y encantadora a la señora Burnside, aunque desde luego era anciana, y supongo que Dios, en su infinita sabiduría, pensó que era adecuado hacerla madre, aunque a menudo he rozado la blasfemia al preguntarme el porqué. Por su físico parecía una nevera de General Electric y era como un cruce entre Calígula y una cacatúa. La señora Burnside tenía unos ojillos como cuentas de cristal y una imperiosa nariz aguileña, la piel cetrina y mal aliento. Usaba una severa peluca negra y un almidonado vestido del mismo color y pasaba el día a oscuras en un salón, con las manos rechonchas -en las que se incrustaban sucios anillos de diamantes- entrelazadas sobre su rechoncho regazo. Era una mujer sombría y taciturna, pero cuando quería sabía conversar sobre varios asuntos: a) sus gloriosos antepasados, b) lo desagradecidos que se estaban volviendo los negros, c) los yanquis, d) lo indigno que era todo el mundo excepto la propia señora Burnside, y e) la lamentable condición de sus intestinos. Aunque por lo general se limitaba a expresar su desaprobación con los labios apretados y a lanzar miradas con sus pérfidos ojos negros, como si fuera un loro malvado".
La tía Mame, Patrick Dennis
&
Del libro del mayordomo japonés que leí una noche en voz alta con acento chino. Imaginando entonces risas, miradas y manos entrelazadas. Lanzando ahora -con denuedo- una plegaria insomne a un Dios que sólo sabe responderme encogiéndose de hombros mientras deja que suene Wrote a song for everyone.
El abrazo revelado: Mavis Staples y Jeff Tweedy tras cantar en acústico y a dúo. Más que emotivo ese 'wrote a song for truth... and I couldn't even talk to you'.
El abrazo escondido: el que no necesita tantas pistas.
Nuestras lunas y mis lunes. Mrs. Nancy Botwin
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Invitados al baile