jueves, 14 de noviembre de 2013

Las cinco y sin comer




Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres
                                                       (según las últimas estadísticas).

Y paso largas horas preguntándole a Dios,
preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad
                                                                                             de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.


Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches?


Insomnio,
 Dámaso Alonso





Desconcierta tanto pensar que la proa no es nada sin la popa, que babor y estribor nunca se fundirán en un abrazo...
Cuando a mitad de travesía el mar ruge bravío, sólo cabe pensar en "más madera".  En lo altas que están las olas, madre; en lo lejísimos que se avista tierra firme (para qué plantearse que eso del fondo sea en realidad mero espejismo); en cuánto durará lo que queda de combustible y en posibles vías de evacuación si llegara a producirse una tragedia. "Más madera", repito, y me birla el aire con maestría una sonrisa.


Que siempre parece repetirse la misma secuencia cuando se cierne sobre mí una tormenta; a lo urgente, por fuerza, le gana la partida lo incandescente. Y servidora quisiera ponerse cuanto antes con el acopio de imprescindibles (1.bote salvavidas, 2.alambre macgyverizable en arpón, 3. dos blister o cuatrocientos gramos de "Pastillas para no soñar: avería y redención", 4.guantes para tanta astilla y 5.rezo desesperado tipo "Jesusito de mi vida"),  pero sabe por experiencia que antes hay que dejarse llorar y saberse frágil. 
  
Que para gritar a pleno pulmón "a toda máquina" hay que haberse recompuesto y coger aire.



miércoles, 13 de noviembre de 2013

Indefensiones Vs. Impotencias



Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde...

J. Gil de Biedma


&



Hoy no estoy para nadie. Hoy no quiero saber nada de tifones, de tramas de corrupción, de chismorreos de patios de vecinas ni de resultados deportivos. No quiero saber ninguna cosa que ocurrirle pueda a nadie fuera de éste, mi cuerpo, o fuera de ésta, mi alma. Y si alguien pregunta por qué esta actitud o de dónde nace este enmimismamiento, que amase su curiosidad hasta hacer con ella una bola -tanto da si resulta grande, pequeña o amorfa-. Porque hoy no puedo sostener mi propia sombra; ni tan siquiera esbozar una sonrisa. Mucho menos aún sentir piedad por nadie distinto de mi propia persona.

Que ninguna palabra obra en mí consuelo.
Que ningún gesto, salvo este abandonado de escribir, me sirve de guarida.