sábado, 30 de junio de 2012

Lechería Rocco




La axila vegetal, la piel de leche,
espumosa y floral, desnuda y sola,
niegas tu cuerpo al mar, ola tras ola,
y lo entregas al sol: que le aproveche.
 
 
Todo lo que contemplo vibra y arde,
y mi deseo se cumple en mi deseo.



Calambur,
Ángel González




&




El cuento de la lechera debe acabar como una quiera, por principios. Basta con ponerle freno al sugarworld que nos sorbe la neurona para saber que los cuentos, en general, están adulterados.

Si el protagonista de mi cuento fuera un Rocco cualquiera, montaría una lechería en un prado verde pero no se enamoraría de una cándida pastorcita ni podría vivir sólo de la leche de otros. Tendría que buscarse las habichuelas y tirar, en caso necesario, de tachuelas.

Si fuera un niño, soñaría con ser forense antes que futbolista y le daría patadas a una cabeza de trapo para desahogar su frustación y entretenerse. Al menos, hasta que tocase comer pollo y pudiera diseccionar cada muslo en busca de hilios y paquetes neurovasculares. Como quien hace bolitas con la miga del pan y las engulle.


Si fuese un adulto, elegido ad hoc para tal propósito, le haría inventarse un cuento para que me regalara los oídos cada noche. Haciendo abuso de su imaginación y obligándole a extender las alas a mi antojo. Hielo y humo a demanda alimentarían los esfuerzos.


Porque el cuento de la lechera ha de acabar como una quiera y antes que ambiciosa me reconozco viciosa.  Puestos a elegir final que sea con blanca esperma resbalando por la espina dorsal.



Lechería Rocco, Mrs. Nancy Botwin



jueves, 28 de junio de 2012

Dioptrías en la imaginación




Dios no juega a los dados con el universo.  
Juega a un juego inefable de su propia invención que podría ser comparado, desde la perspectiva de los demás jugadores, con estar en una  compleja variante del póquer
en una habitación oscura,
con cartas en blanco, con apuestas infinitas
 y con un croupier que no te quiere explicar las reglas
 pero que te sonríe todo el tiempo.




Terry Pratchett


&
 


Que sonrían entonces los crupieres.
Que saquen del coma barbitúrico al olvido.

Que la aguja atraviese certera la herida abierta, 
 como el fiel de la infiel balanza.


Que su señoría, entre tirada y tirada de dados,
 tenga a bien admitir cada pregunta.


Que los sueños nos brinden su dulzura.
Y puestos a pedir, su analgesia.






domingo, 24 de junio de 2012

De calas y calados




«- Bueno, vamos allá.

Temblando enderecé la bicicleta. Mi padre me ayudó a encaramarme en el sillín, pero no corrió tras de mí. Sencillamente me dio un empujón y voceó cuando me alejaba:

- Mira siempre hacia adelante; nunca mires a la rueda.

Yo salí pedaleando como si hubiera nacido con una bicicleta entre las piernas. En la esquina del jardín doblé con cierta inseguridad, y, al llegar al fondo, volví a girar para tomar el camino del centro, el del cenador, desde donde mi padre controlaba mis movimientos. Así se entabló entre nosotros un diálogo intermitente, interrumpido por el tiempo que tardaba en dar cada vuelta:

- ¿Qué tal marchas?

- Bien.

- ¡No mires a la rueda! ¡Los ojos siempre adelante!

Pero la llanta delantera me atraía como un imán y había de esforzarme para no mirarla…»




Miguel Delibes





&



No te preocupes por mí. Me salvaguardan las espaldas conejos vigías con gabardina, ratones nepalíes prendados de mis muñecas, ranas curtidas en mil charcas y osos alérgicos a la miel dispuestos a perder las garras por protegerme. Estaré a salvo.


También es cierto que te echaré de menos menos, para que multiplicando resulte más. Tú ya me entiendes. Nos espera el Mondúber al doblar la esquina de la Nacional 3 y Cabárceno cuando se nos escape del arca de Noé la díscola animalada. Unas fabes con almejas completando la operación biquini y una inmobiliaria de cuento para comprarnos un castillo en la orillita del mar.


Volverás a escribirme, con tu letra apretujada y tu tinta engrasada, en servilletas mágicas. Yo llenaré tus alforjas de sonrisas y miradas impermeables, que te animen en cada puerto y te protejan de la lluvia. Para que así, ligero de equipaje, me lleves contigo completando el círculo en cada pedalada y su cuadratura a tu regreso, sin premura.


Volveré a escribirte por no poder besarte, con mi letra y desnuda.






viernes, 22 de junio de 2012

Madrid-Québec




Dijo una voz cualquiera
con querencia al psicoanálisis y al quiebro,

"Lo que no se estampe en el papel,
 antes o después
  lo hará contra el cielo. "



&



Los alcatraces no saben volar cuando nacen. Han de aprender cuando se les expulsa del nido, de la sopa boba, del gusano fácil. Muchos mueren en el intento; bien por capricho del mar cuando les golpea contra las rocas, bien por la gula incorregible de los leones que lo habitan. Los que sobreviven, lo celebran.


Dicen los ignorantes, pobres, que volar es fácil. Sólo hay que apostarse en la roca, esnifar salitre y dejarse acariciar por el aire. Pero no es cierto. Volar es arriesgarse a seguir viviendo más allá de los húmedos rugidos. Perder el punto de apoyo a sabiendas de que las olas no están ahí abajo para darle belleza al paisaje. Hay que sobreponerse al pánico que suscitan el traumatismo inminente y el bocado descoyuntador. Hay que aprender a planear cuando soplan vientos del norte y dar el todo por el todo cuando toca calma chicha; echarle un par de alas al asunto. Sólo entonces, cuando dominan la técnica y el miedo, se pueden lanzar en picado a por su presa. Incluso vislumbrar su reflejo en caída libre en el hueco que deja la espuma, por amor al arte.
 
Dicen los entendidos, que abundan en la isla  Buenaventura, junto a la costa sur de Québec. No es extraño, entonces, que ese sea el rumbo que toman hoy mis mejores deseos. Y, con ellos, un abrazo intensivo que disuelto en el aire se estampe en otros brazos.
 
 
 
Sobrevolando el corazón, batiendo las palabras.





martes, 19 de junio de 2012

Poesía marca ACME




Mis sucesivos cuerpos
-prolongándome, vivo, hacia la muerte-
se pasarán de mano en mano,
de corazón a corazón,
de carne a carne,
el elemento misterioso
que determina mi tristeza cuando te vas,
que me impulsa a buscarte
ciegamente,
que me lleva a tu lado sin remedio:
lo que la gente llama amor,
en suma.



Y los ojos
-qué importa que no sean estos ojos-
te seguirán a donde vayas, fieles.



Ángel González




&


supe que tú aprenderías morse para marcar mi latir.

Que nos sobrepondríamos
a parestesias y taquicardias.

Que aprenderíamos a escribirnos,
 en caso de anhelo o por necesidad. 
  


Poesía marca ACME,
A Mrs. rkl
 
 
 
 

domingo, 17 de junio de 2012

Agüita on the rocks




  Retomé la imagen de un Bill Murray a la deriva publicitando whisky y perdiéndose en la traducción. Me acomodé en el asiento, esbocé una media sonrisa on the rocks y cerré los ojos.


  Pensé que estamos en franca minoría. Que ya nadie quiere saber de diéresis ni dejarse caer, con cierto sentido común, entre dos interrogaciones. Con una basta. Que escribir o hablar con corrección es anecdótico. Que suena mucho más in referirse al Gold Standard que a lo idóneo, decir bedside en lugar de 'a pie de cama'. Colar en cada frase un dumpingweaning o fist fucking. Mierding.


  Pensé también en lo absurdo y descorazonador que resulta compartir mesa con ocho personas adictas al wassup y entregadas a la problemática que suscita el double check. No tanto por lo aburrido del asunto, sino por la sensación displacentera de estar viviendo una realidad paralela, ficticia. Porque digo yo que si estoy aquí, ahora, comiendo por ejemplo, ¿qué necesidad tengo de comunicarle al mundo tal hazaña e ilustrarla en aras de promover envidias ajenas? Como si no bastara con vivirlo y hubiera, necesariamente, que demostrarlo.


  En tales circunstancias, y con fines estrictamente terapéuticos,  tuve que hacerme fuerte y sustituir el agua por vodka para relacionarme con el mundo. Yo, que de siempre he sido de naturaleza hervíbora y, en esencia, solitaria.




viernes, 15 de junio de 2012

340, Santemar






A veces me pregunto qué habrá sido de ti.
Y si ahora en tus noches junto a un cuerpo vuelve la vieja escena
y todavía espías nuestros besos.

Así me vuelve a mí desde el pasado,
como un grito inconexo, la imagen de tus ojos.
Expresión de mi propio deseo.



 
Peeping Tom,
J. Gil de Biedma 
 
&
 
 
 
Vino la ciencia a enredárseme entre los dedos,
como ahora lo hace la hierba.
 
Fueron los cansancios.
Un insomnio despiadado.
Las resacas del mar en los adentros.
 
El venirse de las palabras justas,
 inesperadas,
 arañando el endocardio.

Bailar en espiral bajo la lluvia,
 dándole cariño a las farolas. 
 
 
Fue espuma de sueño y sueños.
Urdimbre de sal y de agua
tejida entre suspiros y bostezos.
 
 
 
 


jueves, 7 de junio de 2012

De Corpus y Krispies





Mi niña se fue a la mar,
a contar olas y chinas...


F. García Lorca


&



Empiezo a hacer asociaciones mentales enfermizas y poco esclarecedoras, síntoma claro de que necesito con urgencia desconectar. Mezclo el almíbar al punto de hilo fuerte de la receta de los Marshmallows con la filancia extrema del moco cervical en días fértiles. Confundo cifras mientras convierto hectopascales en milkibares. Dejo sin hacer los deberes y me descubro inapetente en la merienda. Y sé que, en resumen, este buscar soluciones entre los krispies no es más que una excusa. Porque el corpus del delito será siempre que dos vértices no conformen un triángulo. Porque, me guste o no, he de comulgar conmigo misma.


&



Has vivido,
como un golpe en la frente,
el instante, el jadeo, la caída, la fuga.

Has sabido,
con cada poro de la piel sabido,
que tus ojos, tus manos, tu sexo, tu blando corazòn...

había que tirarlos
había que llorarlos

había que inventarlos otra vez.


Para leer en forma interrogativa,
Julio Cortazar.





sábado, 2 de junio de 2012

Mrs. Zamburiña (al natural)




Hay finales de traca, de barraca, de alharaca.
Hay finales que inZitan a volver al principio.



Una nunca sabe quién se esconde al otro lado, pero lo intuye.

No podrías decir si tu interlocutor vive más cerca del mar o de la montaña, si desayuna café solo, con leche o cereales. No podrías hacer un listado de sus rutinas diarias, ni dibujar a mano alzada un boceto de su rostro. Aún menos aventurar cuáles son sus más íntimos anhelos; pero, en el fondo de los fondos ultramarinos (donde no hay luz, escasea el oxígeno y no se entiende el concepto  imagen) algo te hace pensar que tú y él nadáis moviendo las aletas al compás.

Ese meneito sincrónico caudal, ese revoltijo de pompas nada corrientes en torno a la escafandra, es un hilarante misterio. Adictivo y reconfortante.

Lo que empezó con una petición de consejo profesional sobre la vestimenta más apropiada para un evento de común unión, formal y nada apetecible, siguió con un vilipendioso calificativo a modo de respuesta: ordinaria. Desde ahí, curioso punto de partida, hicimos del orden fiesta y del insulto caricia retorcida. Ingenioso intercambio de improperios (los suyos siempre más todo que los míos) al compás de las mareas del alfabeto completo.

Este insultarnos ha sido un placer, querido SuperPazzos.
Sin ánimo de que los argentinos malinterpreten mis palabras (sabiéndonos gallegos todos) le digo por la presente  que mi concha es su concha, que mi casa en su casa. Que aquí estoy para lo que usted mande y que esta respetuosa reverencia, que me descoyunta las corvas y el cayado aórtico, me nace del coraZón.