jueves, 23 de noviembre de 2017

De conmociones y emociones



Sabes mejor que yo que hasta los huesos
solo calan los besos que no has dado,
los labios del pecado.


Y sin embargo,
 Joaquín Sabina


&


     Hay días en que todo me vale. El cuero negro o el encaje; el pelo recogido o suelto; la mirada o la mente sucia; el pavo relleno o al natural; el túnel de lavado o el probador de señoras. Hágase valer la conjunción o como no excluyente.


     Hay días en que el paraíso es ubicuo y sus fotografías impúdicas. La panorámica de una barra de bar de carretera americano; el primerísimo plano de un cigarro en los labios de un hotel de Bilbao; el plano detalle de cualesquiera de las farolas de la calle Larios. Disparos mentales a quemarropa, a incendialabios.

    
     Hay días de acción; esos días no se escribe.
   Hay días de moviola; esos  días se escribe para retroceder en bucle hasta la acción, intercalar ficción si es menester y poner banda sonora. Todo lo necesario para que el conjunto sea memorable y evocador.

  
     Hay días de conmociones en que se me corre el rímel y me pregunto de qué cojones va todo esto; días en que la vida -más bien la muerte- me supera.  Y días de emociones en los que el rímel se queda en su sitio, el verbo correr se conjuga en reflexivo y solo repito como un mantra: "A follar, a follar, que se estrellan los planetas".



  Mrs. NBSeason 6- episode 8
  
  

jueves, 2 de noviembre de 2017

La ducha calentita, gracias.




El conocimiento directo de los escritores es nocivo. 

Homo scriptor,
 A. Monterroso


&


       Sé que lo que oro parece, plátano es. 
    Pero yo, a qué negarlo a estas alturas, amo las pajas mentales tanto o más que los mundos sutiles.   

   Fantaseo con sábanas húmedas como adelanto de futuras lluvias en ciudades que solo existen si se mojan, como las demás. Porque, en lo particular, cuando me ensueño -por cansancio y con gusto-, entrecerrar y entreabrir son verbos complementarios. Allá los ojos y cualesquiera de los mil reproches que tan bien sabe hacerme la conciencia. Aquí, sin caer en pleonasmo, los labios.

   Dicho lo cual, que cada uno -en su patio- juegue como quiera. Solo faltaría.
   En lo personal, eso sí, me quedo con mi ducha calentita de después. Sin móvil, sin ruido, sin nadie. Me bastan dos toallas y esta imaginación a la que, en última instancia, solo puedo dar las gracias.
 
   
    Tadelakt y descubrimientos, Mrs. NB