domingo, 31 de octubre de 2010

Striptease de lamélulas




Concepto: soy una seta.
Ubicación: un bosque cualquiera.
Temporada: otoño.


Crezco sin proponérmelo, en este hueco pequeño y sombrío que me brindó la tierra. La humedad relativa, tan alta como la luna, me es grata. Me encanta la lluvia, calma mi sed. Los árboles bailan su propia danza, invocándola: se desnudan sin pudor, mostrando su verticalidad imponente. En seductor gesto, dejan que las hojas se alejen para siempre, emprendiendo su particular viaje a ninguna parte. Un lento posarse de nuevo en el suelo hasta fundirse en él sin prisa. Sueño con que, en su azaroso descenso, alguna acaricie el ala de mi sombrero rozando levemente mi himenio.


Dicen los champiñones que soy solitaria, pero es mentira. Lo que pasa es que saben que no cambiaría mi bosque por cualquiera de sus oscuras cuevas, ni mi esponjoso manto por su hacinamiento en duros estantes. La melancolía que dispersan mis esporas es lo que les tiene confundidos. Ellos no saben formar corros de brujas ni dibujarse sobre la tierra en hileras serpenteantes. Tampoco tienen vulva ni escamas, envidia cochina. Por más cultivados que sean, les suena a disparate que hable de trompetas de muerto, lenguas de vaca, cabezas de fraile o bolas de nieve. Y no quiero imaginar qué piensan cuando empiezo abreviando en phalloides y termino completando: Amanita.


Vivo tranquila, quietecita. Lo propio de una seta.
Riéndome de mi apariencia venenosa. Sabiéndome comestible...


Saludos desde el bosque.

viernes, 29 de octubre de 2010

Mis trucos, sus tratos.




Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas...


Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mi para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja...


... Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y, entonces, jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua."



Rayuela, J. Cortazar


P.D. Subiendo, también, el tren de aterrizaje.

martes, 26 de octubre de 2010

Coronitas de laureles



Querida Mrs. rkl,


Vaya por delante mi más sincero agradecimiento por este honor. Por el premio y por las palabras que tiene a bien dedicarme, tan cuidadas y elogiosas que me emocionan.


El carácter intimista de "Evita bailando con Freud" es más que obvio. Escribo sobre mi vida; acerca de aquello que -de un modo u otro- me sorprende, me alegra, me entristece, me conmueve, me mueve a la reflexión o me incita al cambio. Ese es el baile, público y sin máscaras. Hay quien prefiere salir a buscar caracoles en tardes de lluvia; yo me siento cómoda en esta suerte de psicoanálisis improvisado y compartido que me lleva al centro de la pista y me obliga a buscarme para no perder el norte.


Por este motivo, cumplo sólo en parte con las normas de aceptación y recogida del premio. No incluiré más recomendaciones que las que ya figuran en esta página. Leo sobre el papel, llámeme antigua. Vivo en bajito, Botellón en Tiffany's y Proscritos son excepciones que se han ganado su sitio por derecho propio. Los tres son un placer, cada uno en su estilo, y tienen algo en común: quienes escriben en ellos no saben de disfraces.


Cuidaré de Amigo-Invisible-con-Chaleco-Reflectante y de sus octubres, del mar y de las olas, de quienes se dejan caer por aquí -también de los que no salen a bailar- y de mi brújula. Siempre a punto el té verde y el tequila. El azúcar y la sal.


Un honor, sí. Y un placer, darling.


Me* ama* -sado




(Marquet)

Casa Marquet, alrededores de Meaux


Desde luego era un auténtico cabrón. Nos consumió, a mi cocina y a mí, con la fatuidad de un paleto cualquiera, como si fuera lo más normal del mundo que Marquet se inclinara ante él, le ofreciera su carta y se bajara las bragas desde la primera visita... Un perfecto cabrón, sí, pero lo pasamos bien juntos, y eso no me lo podrá quitar nunca porque, en definitiva, me pertenece a mí haber disfrutado al máximo del diálogo con un verdadero genio de la gastronomía, haber gozado con un amante fuera de serie y, pese a todo, no haber dejado de ser una mujer libre, una mujer orgullosa...

Aunque, si él hubiera sido libre, y si hubiera sido hombre de hacer de una mujer algo más que una muñeca disponible en todo momento, entonces -en tal caso- quién sabe... Pero en tal caso no habría sido el mismo hombre, ¿verdad?


Rapsodia Gourmet, M. Barbery

domingo, 24 de octubre de 2010

Resaca de susurros



El día del juicio final ella no se andaría con contemplaciones.

Tenía pensado no agachar ni un instante la cabeza en su presencia, ya fueron demasiadas reverencias. Ni siquiera le saludaría cordialmente, pues siempre estuvo a su lado, en teoría. Sólo se tomaría la molestia de mirarle a los ojos cuando le tuviera frente a frente. Le cogería de la solapa sintiéndose con derecho y le preguntaría ¿te gustó?, ¿fue divertido?

No esperaría respuesta.



&

Escribí un cuento sin final.

Las perdices que saqué de la nevera prefirieron que las estofara con pétalos de rosa y ese ingrediente secreto de la salsa. Por estúpido que parezca, puse dos platos en la mesa. Imaginando que ese tímido gesto ampliaba de alguna manera mi horizonte. Después dormí la siesta y así, ensoñándome, aproveché para seguir juntando sus perdices y pétalos con mis entrelineados y silencios.

Hoy las conté; 131 páginas. Algunas aún en blanco.


Jugando con mi almohada, Mrs. Nancy Botwin

sábado, 23 de octubre de 2010

'Milking way'




Sus botas, golpeando contra el suelo, marcaron un ritmo conocido; impreciso, borroso, certero.
Vaguedades en la memoria, calambres en el alma.
Sabía de leche. Una vida entera ordeñando.
Se ensimismó.
En números: litros de leche por vaca, número de vacas ordeñadas, días de ordeño.
En sensaciones: olor a estiércol, mugidos, moscas zumbando.
En letras: cada vaca por su nombre, inconfundibles.


Sus botas, golpeando contra el suelo, marcaron un ritmo conocido; doloroso, secreto, vacío.
Desengaños en la memoria, convulsiones en el alma.
Aquella mañana en que despertó con el alba para hacer lo mismo de todos los días, lloró. Vio sus propias lágrimas estampándose contra la capa de nata amarillenta y espesa que cubre la leche. Rompiéndola, gota a gota, hasta traspasarla.
Había soñado que algún día podría escapar de aquel establo.


Sus botas, golpeando contra el suelo, marcaron un ritmo conocido: el de sus pasos, yéndose poco a poco.
Desiertos en la memoria , glaciaciones en el alma.
Siempre supo que nada de todo eso le pertenecía. Sacó de su camisa un cigarillo, buscó fuego en el bolsillo de su pantalón y dio paso a la lenta combustión. Contempló el conjunto, tan querido y familiar durante todo este tiempo. Y con la última calada quiso convertirse en humo y disolverse sin esfuerzo en el aire.


Sus botas, golpeando contra el suelo, marcaron el ritmo final.
Deleites en la memoria, desasosiegos en el alma.

jueves, 21 de octubre de 2010

DearCK


♦ + ♦ = ♦

[21/10/10, 23:10 h, T1]


&


Algun día
bailaremos juntos
9 canciones.

martes, 19 de octubre de 2010

0,99 mg/L



Si no vieron esta película, 12 angry men, se la recomiendo. Mr. Henry Fonda lo borda. Y les emplazo nuevamente a reirse de lo lindo con A fish called Wanda.

Yo tengo suficiente con que mañana me toque un juez 'pelín' piadoso, un abogado que cuando quiera decir Wendy no diga Wanda, y que no sigan escarbando... No vaya a ser que se enteren de este negocio mío con algunas "hierbas medicinales" o que terminen acusándome de ser cómplice de algún asesino...

P.D. La coartada, querido mío, era perfecta. El ansiolítico mejor fumado, ¿no cree? Y su par con mi par sumando uno. Siempre. Justicia poética.

domingo, 17 de octubre de 2010

Chapeau Mr. Damien




Tenía pendiente dar las gracias a este caballero desde hace ya algunos días. En primer lugar, por su concierto en Madrid. En segundo lugar, por hacer realidad mi sueño imposible.


Decía otro músico que nunca vió a nadie llenar tanto con su guitarra y su voz únicamente. Añado, si se me permite, que cuando se rompe el silencio en busca de la verdad, se encuentra algo mágico. Va por ambos.


Mr. Damien Jurado transportó mi corazón en la funda de su guitarra y se lo entregó a quien debía recibirlo. Le debió parecer suficiente que dos personas se sientan unidas a través de él y su música. A mí, sinceramente, me parece espectacular.


Thanks.

sábado, 16 de octubre de 2010

Lirios en mi cadera



¿De qué sirve un ciervo sin cierva, de qué sirve un perro sin perra,
una abeja sin su abejo, una tigresa sin su tigre,
o una camella sin camello, o una ballena sin balleno, o un rinoceronte soltero?

¿De qué sirve un gato sin gata, un ruiseñor sin ruiseñora,
una paloma sin palomo, un caballito sin caballa,
una cangreja sin cangrejo, un agujero sin raíces?

A casarse, peces del mar,
pumas de la pumería, zorros de cola engañosa,
pulgas hambrientas de provincia.

¡A procrear! dice la tierra con una voz tan invisible
que todos la ven y la tocan y todos la oyen y esperan.


Bodas, Pablo Neruda


&



Ocurre a veces que el asesino sabe más de amor que el poeta. Pocas, no crean. También a veces una se siente idiota de remate y duda hasta de sus dudas. Entre siempre y jamás la distancia se acorta a tal velocidad que rompe la barrera del sonido y se tranforma en luz. Ya saben, como el disparo cegador de un flash que enrojece los ojos. Ese que, hoy, tuvo poco trabajo.


Llegada a este punto, no sé si es que nunca quise acostumbrarme a las buenas costumbres o es que nadie me enseñó a hacerlo. Quizá las voces invisibles sean siempre más solistas que corales de camino a mis oídos. Lanzo al aire que respiro la eterna pregunta; ese 'por qué así en mi vida' que me deja en apnea. Ayuda que el vestido se ciña a mi talle sin reservas, pero sólo ayuda.


Y hasta ahí: ni una vuelta más. Disfruto del paseo por las calles de mi Madrid. Empiezo suspirando en Gran Vía para continuar por Alcalá con dos lirios, a falta de nardos, apoyaos en la cadera. Después Cibeles, dejándome fotografiar amablemente por turistas japoneses. Más tarde Recoletos, pisando con garbo entre las casetas de la Feria del Libro antiguo. Paro sólo el contoneo para sonreirle a la vida en la puerta del Gijón y hacer una discreta reverencia ante la Biblioteca Nacional.


Siento el delicioso asombro de un traseúnte solitario. Y eso, aunque tampoco sirve para nada, sabe a esperanza.

Primores otoñales, Mrs. Nancy Botwin


viernes, 15 de octubre de 2010

Par(diez)




Tengo unas ganas terribles...
de ti.



Cierro mis ojos y me acomodo en tu hombro.
Ni siquiera te rozo, pero ahí estoy.
Contigo, siempre.
Con todo lo que soy, no necesito esconderme.


lunes, 11 de octubre de 2010

(E)vita-minas




Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.


Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.


Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:


«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».


El desayuno, Luis Alberto de Cuenca


P.D. Después el café, el cigarrito y la ducha. Vitaminas para afrontar esta semana.

sábado, 9 de octubre de 2010

Sobran las palabras



Permítanme que hoy escriba para mi. Para calmarme.

Releo algo que tengo colgado en la pared de la izquierda de esta habitación: "¿Me lleva el corazón por esta ruta? Si lo hace, entonces el camino es bueno. Si no es así, es inútil".

Hace apenas una hora me llamó una amiga. Quería saber cuál es mi promesa. En realidad, ella la conoce perfectamente. Sólo necesitaba que se lo confirmara. Lleva años soportándome cuando me pongo pesada con el tema, cuando desespero. Lleva años aportándole a mi vida la dosis de realismo que me falta. Dándome su apoyo incondicional cada vez que el equilibrio amenaza con romperse. Sabe que necesito dar ese paso, lo difícil que es para mí, lo que conlleva. Sabe que esto, así, no es lo que siempre soñé. Y sabe también que no puedo seguir esperando ahora que llegó el momento. Hoy le dije: puedo. Y ella respondió: puedes.


Sé que no estaré sola.
Gracias.

jueves, 7 de octubre de 2010

Dust in the wind?



Nunca resistí los 224 minutos de esta película. En ninguna de sus reposiciones. Me saltaba todos los llantos de Melania y las secuencias bélicas -ni la una ni las otras me hacen gracia-. A pesar de todo, tengo el recuerdo nítido de Scarlett confeccionando un vestido verde de terciopelo con unas cortinas, de su boca pegada a un frasco de colonia a falta de otros alcoholes y de ese bofetón más que merecido que se lleva Clark Gable.

La escena cumbre de Lo que el viento se llevó es la de la fotografía. La misma niña que maldice mientras le aprietan el corsé para que se luzca en el baile es la que, al final de esos 224 minutos de huracán asolador y convertida en mujer, toma con su mano la tierra, cierra el puño y lanza al aire su promesa con el cielo de testigo.


La vida viene como viene. Podemos añorar lo que el viento se llevó, podemos llorarlo, pero debemos seguir. El viento, antes o después, soplará a nuestro favor.


Ahora que la vida me sonríe, siento que no estoy tan lejos de Mrs. O'Hara. Tengo mi promesa, la firme intención de cumplirla y, disculpen la incorrección, un par de cojones.



P.D. Darling, my little darling, grite usted conmigo.

martes, 5 de octubre de 2010

Lo de menos, el sombrero...



A estas alturas del baile, ya saben que una tiene sus debilidades. Yo no sé qué tiene este hombre: no son sólo sus canciones, con su música y sus letras. Es su manera de cantarlas. Si aún no vieron el DVD que acompaña a su "Songs from the road", deberían parar hasta de respirar y hacerlo. Es un auténtico placer, algo sublime, saborearle encima de un escenario. Rompiéndose con elegancia, con una honestidad y una entrega que conmueven.


La pasión no se puede impostar. O se siente o no se siente. La de este caballero, ante quien yo me quito el sombrero sólo si él lo desea, es tan auténtica que le ha durado toda la vida. Qué manera de vivir, de sentir, de estar...


Me pierdo en ese Chelsea Hotel que dispara mi corazón desde el primer acorde. Por lo bravo y por lo dulce. Por ese "eso es todo, my little darling, ni siquiera pienso en ti muy a menudo". Su corazón será siempre leyenda.

Continúo, dejándome llevar por I'm your man, que se esconde en este disco en forma de Hallelujah. No cambiaría ni una palabra, todo eso es lo que yo quiero. Así, incluyendo las promesas incumplidas. Dibujado en sus labios mi propio Aleluya.

Termino rompiéndome con él, porque cuando encontré a Leonard por vez primera, supe que ya nunca se iría.


Suzanne te lleva a su escondite, cerca del río
puedes oír los barcos pasar de largo
puedes pasar toda la noche a su lado
y sabes que está medio loca
pero por eso quieres estar allí
y te da té y naranjas
que vienen directamente desde China
y cuando intentas decirle
que no tienes amor para darle
te coge y te mece en sus brazos
dejando que sea el río el que responda
que tú siempre has sido su amante
y quieres viajar con ella
y quieres viajar a ciegas
y sabes que ella confiará en tí
porque has tocado su cuerpo perfecto con tu mente.


Ese es mi canto de sirena, tierno y salvaje, susurrado en el oído de mi recio marinero. Míreme a los ojos: ¿se da cuenta de que todas las sumas coinciden? Qué delicia este amarle con nuestra música de fondo.

domingo, 3 de octubre de 2010

Microgoteo de tinta




Me embarco en proyectos peregrinos, de una u otra índole. Por gusto y con entusiasmo. Me resisto al reduccionismo asfixiante del encasillamiento. Porque ese trabajo al que acudo cada día -con el que pago el traje que me cubre, la mansión que habito, el pan que me alimenta y el lecho en donde yago- es sólo parte de mí. El conjunto, la unidad, no sería el que es sin la suma de los cuidados que brindo a otros menesteres.


Nunca me he considerado escritora. Tampoco artista en el sentido más amplio de la palabra. Y, sin embargo, no sabría vivir sin tratar de quedarme sin palabras sobre cualquier papel; sin buscar la fotografía más evocadora, siempre en blanco y negro; sin descubrirme entregada a ciertas melodías, cantando con el corazón en la garganta; sin dejar mis pasos perderse entre la arena sabiendo lo efímero de mis huellas. La inspiración, más o menos apasionada, llega observando la realidad e imaginando la ficción. Porque en la vida, en mi vida, todo se confunde...


La bella durmiente no está dormida: está en coma y conectada a un respirador. Nadie sabe si despertará algún día. Cuando no pudo resistir más, cambió la aguja de la rueca por una sobredosis de psicofármacos; en busca de ese sueño profundo que anula consciencia y conciencia, llevándose a tierra de nadie el dolor. La miro, a los pies de su cama, y no sé que pensar. Ojalá le sobraran besos para despertar. Ojalá alguien la quisiera lo suficiente. Ojalá, si sale de ésta, remonte el vuelo.


A falta de besos -tengo la cuenta en números rojos- le inyecto 30 mg de propofol y 100 mcg de fentanilo intravenosos. Para que siga durmiendo plácidamente. Entonces, voy al baño. Me apoyo en la puerta, resbalo por ella y me quedo sentada en el suelo. Que no me oigan ahí fuera. No podría explicárselo.