lunes, 29 de agosto de 2011

Bricografía




Quedaba poco
cuando destapaste el pudridero.

¡Vengan cumplidas moscas!

Hoy te pago
el ansia con que viví cada momento.


Jorge Gaitán


&


[Nada te turbe; nada te espante.]

Tengo por seguro que prefiero andar decapando estanterías que decapitando testas y haciéndolas rodar por cesterías. No gusto de adornar los mimbres con puntillas ni disfruto haciendo perder a nadie la cabeza. 

Ya me devano yo la mía pensando en tapaporos y lacas fijadoras que se adhieran a la madera con que estoy hecha, respetando -por principios- el sentido de mis vetas. Un trabajo de ebanistería o una auténtica chapuza, dependiendo (oh, sorpresa) del cariño con que se mire.

El bricolaje de mi grafía, Mrs. Nancy Botwin

viernes, 26 de agosto de 2011

Poesía procinética

 


 
[Acaso]
Sal de mi vida


%


[Ocaso]
Sal de mi vida






 Poesía procinética, Mrs. Nancy Botwin



sábado, 20 de agosto de 2011

Intensidad & Inmensidad

   



Hice así una canción y creí que verías en ello un piropo.
La escuchaste y después me dijiste:
"lo tuyo es del género bobo"


Cuando me quiero explicar mis demonios se ponen groseros,
me insultan y entonces me entran las dudas 
y le echo la culpa a mi género y a correr...


Y si surgen preguntas pues dejo que surjan
en su esplendor y estupidez...


Las inmensas preguntas, Nacho Vegas




Dejó la semana un buen puñado de pensamientos,

La muerte de alguien de mi edad, de tú a tú, marcó un lunes negro. La regla, sin excepción que la confirme, un martes sangriento. La noche del miércoles ni siquiera pude dormir sabiendo que, sí o sí -y a pesar de mis plegarias-, vendría El Coco. Las alegrías del jueves se asaron en su propio jugo al horno. Un puro trámite antes del descanso dio la bienvenida al viernes. Y hoy, pintando de nuevo las paredes del mismo color, se deshizo en lágrimas el cielo.


Los guantes, del 6 1/2, para sudarlos y seguir en pie.
Las caricias, a manos desnudas, para descansar sobre la lona.



domingo, 14 de agosto de 2011

Lubricando mi fe





Escuchar a una mujer que se bebe la vida sin remilgos, relamiéndose. Comprenderla en su remolino de certezas: de Jankelevitch a Rilke, de Heidegger a Dios. Consolarla, si es que algo así fuera posible, en la inmensa lucidez de su vivir.


En algún lugar de su alma, dice, se ha enamorado de mi.
En algún lugar de la mía, me digo, me he enamorado de ella.






...






Tiro por el desagüe todas las cursilerías, deshaciéndome a la par de mis fruslerías. En edad de merecer, acepto este presente de náuseas matutinas y sonrío pese a saber que obedecen a causas más que peregrinas. Desayunarse un café con leche, perfecto. Acompañarlo de la visión de un globo ocular humano estallado, mal. Nada más he de anunciar.




Me declaro celosa de lo íntimo. Guardesa de lo que escribo. De mis giros incomprensibles y mis referencias varias. Difumino la línea, de por sí tenue, que separa lo cotidiano de lo extraordinario: por gusto. Y aún creyendo que sólo yo me entiendo, cada día me sorprendo.




No necesitamos mirarnos a los ojos para que se nos junten las letras. Y en ellas, el corazón.






sábado, 13 de agosto de 2011

Dendritas al alza




  Cada uno escribe por sus motivos.
  Yo lo hago para volar.
  Me sobrevuelo y pruebo el tren de aterrizaje.
  Es pan comido.
 

  Nuevos manuales ACME,
     Cómo buscarse la vida haciendo el daño justo.
     Cómo encastarse en tiempos de crisis.
     Autocuidados intensivos, nivel experto.


 Post-it en el diccionario:
 Éxito/ Éxtasis/ Extinción
 Correaje/ Correspondencia/ Correcaminos 
 Silbante/ Sibilino/ Sinestesia


SOS, con todo su almidón.
BE, sin  alterar el orden el producto.


domingo, 7 de agosto de 2011

Resonancias de Melmac




 - ¿Qué son las tortugas?
- Gatos con sombrero.
  
  
He de decir,
que si pido disculpas de antemano es sólo por cortesía.

Y debo añadir,
que  por razones que no vienen al caso, ando distraída con coitos ajenos.  La persiana indiscreta que me conecta con el mundo me deja cotillear qué pasa por ahí fuera sin obligarme a enseñar el pasaporte y sin diagnosticarme de zoófila.


¿Vieron ya copular a las tortugas?
Dénse el gustazo.
Y, a la que se distraen, estiran las cervicales.

Si aguantan el tirón, me cuentan.


viernes, 5 de agosto de 2011

Crepitantes de saliva




Bocas, lenguas, líquidos pringosos de regusto agridulce,
pajas y leche.
Pornografía de una tarde de verano.

Al final de cada uno,
siempre se te queda cara de gilipollas.

 Te invito a un helado y a una mamada.
Total, viene a ser lo mismo.
Y en el último trago, nos vamos.


Hago pompas con saliva, Ana E. Pena


&



 
    Doble cero para anotar tres palabras.
    Beso, besos, más.   

    
   

jueves, 4 de agosto de 2011

Té y viceversa




Silba el viento dentro de mí.
Estoy desnudo. Dueño de nada, dueño de nadie, ni siquiera dueño de mis certezas, soy mi cara en el viento, a contraviento y soy el viento que me golpea la cara.

La ventolera, Eduardo Galeano


&


Renuncio a elaborar mi propio listado de cosas que hacer antes de morir y tacho al menos una línea en otro ajeno. Ya nadé en las aguas de los tres mares. A favor y contracorriente.

Hoy, que conocí a Hedy Lamarr. La mujer que escribió su biografía erótica -más allá del bien y del mal-,  e inventó el espectro expandido -técnica de conmutación patentada en los 40 y vigente- me dejó fascinada. Suyo fue el primer primerísimo plano de un orgasmo femenino en las pantallas. Éxtasis fingido, con un making of curioso: el director le pinchaba las nalgas con un imperdible. Suyas las transigencias en privado: cuando su marido la ató a la pata de la cama y la encerró bajo llave en palacio, ideó un plan de fuga.  Sedujo y se acostó con la criada para escapar del cautiverio. Rechazó el papel protagonista en Casablanca y Lo que el viento se llevó.  Ea.

No sé nada de cine, pero no olvido según qué escenas: entre otras, esa suya en que un simple beso provoca que se le hagan carreras en las medias. Guau. Ñam, sí.


Sin Cristasol: con espejos, Mrs. Nancy Botwin

martes, 2 de agosto de 2011

Muselinas prepandriales



¿Qué mente calenturienta inventaría el verano?


Si se confundieran un instante los bigotes...

Se congelarían en el tiempo los relojes derretidos.
El ratón  guardaría a Gala en su memoria.
Los surrealistas encontrarían el norte ficticio.


Si se comportaran con seriedad los agentes del orden...

Multarían al aire por circular ligerito bajo mi falda.
Detendrían a más de uno por exceso de líbido en la mirada.
Dejarían de obstaculizar el tráfico.


Si se rompieran para siempre los espejos...
Si aceptaran compartir esta calada...



lunes, 1 de agosto de 2011

Pixel & Dixie L.



Dixie Lee  pasó la noche pensando en chorradas.
Ese tipo de cosas ridículas e intrascendentes que no merecen ni un segundo y se ganan cientos.

Todo empezó por el anuncio en la teletienda de la cadena local de la faja reductora Slim Plim. Lo protagonizaba una tipa que desde luego no era rubia y a la que -con toda probabilidad- nunca se le habían escocido los muslos. Parecía entre tonta y muy tonta. La clase de tía que queda colgada en el trapecio del limbo evolutivo entre la mujer y la ameba. Dixie se acordó de aquella actriz con la que compartía nombre: fue entonces cuando se levantó a por un vaso de agua helada y resopló imaginando los calores desprendidos o acumulados, no sabía a ciencia cierta, por ese instrumento de tortura que costaba casi cien pavos. El Slim Mierder. Por una asociación rudimentaria de ideas llegó a la conclusión de que los diseñadores de moda, tíos la gran mayoría, eran en el fondo sádicos misóginos, simultánea y vengativamente. Las fajas, sí: pero también las ballestas, los tangas, las medias finas en noches bajo cero, los tacones antinatura. Si quisiera Dios que se usaran ya llevaría el ser humano algún milenio andando de puntillas. Se distrajo una vez más haciendo acopio de ejemplos ilustrativos que le llevaron directa a la época de 'la otra Dixie': también ellas sufrían entonces para y por deslumbrar. Dormían  con los rulos puestos y eso es algo que, aplicado como instrumento de tortura - y era sólo su humilde opinión-,  garantizaría más confesiones que el manido jueguecito del poli malo-poli bueno.

 Dixie prefería leer un libro a peinarse. 
 No había nacido para sufrir.