martes, 23 de abril de 2013

Pistas de aletrizajes



LIBRO 
como el sol cuando amanece yo soy 
LIBRO.

Entre Cartones
Raquel Bullón


&


ENUMERACIÓN. (Del lat. enumeratĭo, -ōnis). 3. f. Cómputo o cuenta numeral de cosas. 4. f. Ejemplo desesperado de cuatro o cinco cosas que no quiero que se mueran nunca. 

- la sabiduría urgente del paludismo, espejo de la pasión y de la enmienda: después de la fiebre, la humildad del muslo.
- el elenco de cosquillas que, por inducción, robé a los hechos: de rodillas imploré más memoria episódica.
- las conversaciones imaginarias y los aleteos eróticos: el frufrú de los cuerpos, color que se escurre.
- el haiku paralítico que escribe el sol con la lluvia.
- la rosa de la onomatopeya.


Berta Gª Faet    
(tilo)   



    



 Aletrizar es dejar que las letras se posen donde gusten. Se aceptan superficies suaves o abruptas según se porte el día: cuadernos delicados, cuadernos del montón, recortes de periódico, márgenes de libros, pantallas de ordenador, dispositivos móviles de teclado imposible, resguardos de extractos bancarios o  duplicados de facturas. Hojas en sucio de cualquier tamaño, color y textura y hojas en limpio que exigen -requisito comprensible- buena letra.

Pista es cualquier huella, indicio o rastro que permite ir más allá de lo evidente y encontrar lo buscado a quien logre descifrarla. Se aceptan como señuelos válidos los juegos de palabras, las referencias a obras literarias, cinematográficas o musicales, las formas pronominales y sus digresiones concordantes,  los dislates basados en hechos reales y cada uno de los versos que apelando a lo imaginado particular logren acariciar el endocardio. También las imágenes, de preferencia en blanco y negro que contengan un ápice de sereno asombro y un mucho de estética armonía. 

  
Yo piloto sin carné y, en general, aletrizo como puedo
Nunca pido permiso a la torre de control. Considero tan mío como de todos cada centímetro del espacio aéreo. Nada sé de coordenadas de posición, altitudes ni deceleraciones. A veces maniobro con viento de cola; quemo los frenos y trato de pararme. Otras con viento cruzado; doy por bueno el bamboleo de mis alas en busca del soñado equilibrio. Casi nunca, como es obvio, en condiciones idóneas. Y así tengo mi propia visión del mundo. Rara, tal vez: seguro. A medio camino entre el éxtasis por lo maravilloso del paisaje, la necesidad de saber qué Fi02 suministrarán las mascarillas de oxígeno en caso de emergencia y la convicción de que para vencer el miedo hay que conservar la fe en lo que guste disponer el cielo.




miércoles, 17 de abril de 2013

Circus Circunstancial





Año Primero 
  No lo hagas por los aplausos.
  Hazlo por el pescado.

Año Segundo
  Esto es un negocio.

Año Tercero 
  Lo que haces es increíble.
  Eres lo mejor que ha dado este país en mucho tiempo.
  Te voy a convertir en un grande.

Año Cuarto
  Dentro de dos años.
  Ya verás dentro de dos años.

Año Quinto
  El domador no es tu amigo.

Año Sexto 
  El público no es tu amigo.

Año Séptimo
  Ojalá triunfes.

Año Octavo
  El público no quiere ver cómo das vueltas a la pelotita.
  Quiere ver cómo te desangras haciéndolo.

Año Noveno
  No hay ningún misterio. La inspiración no existe.
  Cuánto más alto lances la pelota, mayores serán los aplausos.

Año Décimo
  Ahí estamos.



 Diez años foca en un circo,
Julio de la Rosa 



& 




Aquí, 
donde cualquier foca con dos dedos de frente
no pondría una aleta ni cobrando,
donde la maestra de ceremonias
paga la entrada más cara para ver el espectáculo,
donde el único foco que aún luce poderoso
sólo alumbra una pelota roja al fondo de la pista,

las circunstancias parecen obligar
y obligan.


Habrá que ir pensando en darles su finiquito a los enanos
y en deshacerse de todo lo invisible antes de tiempo.


Porque aquí estamos. 
A dos mil jodidos millones de años luz
de nuestra amada itinerancia. 
   


Circus Circunstancial
 Mrs. NB

 

domingo, 14 de abril de 2013

Equilibrismo del tigre



“Posar el tigre tiene algo de total encuentro, de alineación frente a un absoluto; el equilibrio depende de tan poco y lo pagamos a un precio tan alto, que los breves instantes que siguen al posado y que deciden de su perfección nos arrebatan como de nosotros mismos, arrasan con la tigredad y la humanidad en un solo movimiento inmóvil que es vértigo, pausa y arribo.”


Julio Cortázar
[Historias de cronopios y de famas]


&



 En todos estos años nunca estuvimos verdaderamente seguros de poder posar un tigre. Lo que para otros resultó desde siempre pan comido o gacela apresada, descuartizada y digerida sin mucho esfuerzo, a nosotros se nos volvió jodidamente trabajoso, inalcanzable. Lejana quimera de sangre y rugido atronándonos con su onda expansiva y pulsátil los adentros.

 Cuando hubo que probar, probamos. Los consejos del veterinario experto; los del domador de fama internacional; los del gurú hindú nacido y criado en Bengala. Llenamos la despensa de látigos de siete puntas, bellas palabras, pacíficos gestos y dardos precargados de xilacina-ketamina. El conjunto nos deparó la nada. Primero la relativa y de seguido la absoluta.

 Y a pesar de ello -por obstinación, imperativo natural y anhelo vital insatisfecho- no cejamos en el empeño. Cada tarde practicamos la cosa del equilibrismo durante treinta minutos de reloj sobre la cuerda floja vistiendo nuestros mejores calcetines de rayas. Antes de acostarnos, tras lavarnos los dientes, nos embadurnamos con bálsamo de tigre y en movimientos circulares las entrañas. Una vez inmersos en el sopor del duermevela, hacemos acopio de tesón y valor para internarnos en los bosques más densos y peligrosos en pijama, horadando en territorio ajeno un sendero transitable para la esperanza. 

 Porque un día, ya sea de estos o de aquellos, el tigre se decidirá a aproximarse, observar y olfatearnos. Quiera el cielo que en el momento de tan determinante encuentro, quede al fin convecido y elija posarse.


 

miércoles, 10 de abril de 2013

Grietas en el horizonte

 




La verdad es que
 grietas
no faltan.


Hay una sola grieta
decididamente profunda: 
 la que media entre la maravilla del hombre
y los desmaravilladores. 


M. Benedetti



&



Y en cada grieta acecha Dios, que dejó escrito Borges. 

Vaya por delante que no me lo propongo. Que cuando despierto cada madrugada tomándole ventaja al sol, no me hallo en condiciones para el más hondo pensamiento ni para ninguna cosa distinta de la pura y dura supervivencia que exige la vigilia. Me basta con mantener abiertos los ojos y dejarse a la vida venir entre bostezos sin oponerle mucha resistencia. Y es precisamente por eso que lo que me ocurre se me antoja sorprendente. 

Con una constancia  que para sí quisieran quienes se apuntan al gimnasio y a razón de varias veces por semana (de tres a cinco, para ser exacta) me descubro redirigiendo la mirada al cielo y saludando -más por imperativo del alma que por mera cortesía- a los que desde hace tiempo considero "mis chicos".  El poeta y el músico. Ángel González  y Antonio Vega. Ellos, generosos siempre, se prestan al juego de arrancarme una sonrisa y otean desde su posición privilegiada en busca de hueco. Es así como, día a día, dejo aparcado el vértigo en zona verde y encaro lo que venga con mejor disposición de ánimo.

Hace tiempo, porque una es previsora, les comenté la posibilidad de sumar un nuevo miembro al grupo. Sólo para tantear. Pidieron referencias. Bastó con oir su nombre para acceder y considerar que contar con él, con su bondad y su inteligencia, sería un regalo. Desde el pasado domingo, son tres. Con la llegada de José Luis Sampedro se han puesto cómodos y han montado un saloncito acogedor con un gran ventanal abierto al mar. También han decidido por unanimidad que allí dentro siempre sea primavera u otoño y que, como única norma a respetar, se hable sólo al compás que marque el corazón y en bajito. 


Que quieren que les diga: a mí lo de ahí arriba me parece una delicia. Una suerte de santuario del verso y de lo esencial. Un sitio para disfrutar del recreo palabra sobre palabra. Un oasis de paz y lucidez en medio de la feroz selva. Algo tan especial, ellos tres, que sólo puedo darles las gracias por dejarse acariciar desde tan cerca. 





miércoles, 3 de abril de 2013

Pompas de dragón (IX)



Pócimas adulteradas
[Diario de un dragón poco convencional]


Estoy que trino. Que ladro, mujo y grazno. Que muerdo, regurgito y regüeldo veneno sin despeinarme. Estoy indignado, de la primera a la última escama. Porque esta vez la cosa ha pasado de verde esmeralda. 


Toda la vida temiendo por mi integridad física, por mis ojos, mi sangre y mi queridísima e indispensable cola, para que ahora me vengan con sucedáneos y adulteraciones. Que ya me lo decía mi santa dragona madre: "llegará el día en que cualquiera dé el pego y valga como ingrediente de pócima". Y ese día ha llegado. Porque a los humanos les da igual añadir raspa de trucha, cerebelo de marmota u hocico de armadillo al caldero siempre que el etiquetado no mienta. Como si un embrujo de categoría pudiera tener el mismo efecto con sustancias de mercadillo que con materia prima fetén. Que calidad y precio están muy cerca, dicen, y a mí me llevan los demonios. Por su parte, la prensa internacional se da por contenta con denunciar el timo de la carne equina en hamburguesas de ternera, pasándose por el forro el ataque furtivo y despiadado a nueve milenios de tradición en magia. Ver para creer, qué triste.


Para colmo de mis males, a la severa esofagitis que padezco en estos días por acción y efecto de tanta acidez de carácter subiéndome y bajándome del estómago como "Pete´s Dragon por su casa", hay que añadirle el come-come de cabeza y uñas producido por la ansiedad de encontrar solución a tal fiasco. Mientras agoto mis reservas de Nolotil (a razón de 25 mg por kilo de peso, son dos sacos y medio cada ocho horas), trato de mantener la compostura fumando mandrágora y bebiendo té. De todos es sabido que ni lo uno ni lo otro favorecen en modo alguno la cosa del reflujo, pero logran inspirarme de lo lindo y, con ello, me tranquilizan.


Para redimir al mundo y consagrarme como Dragón Universal Facilitador de Felicidad (de acrónimo DUFF en honor a H. Simpson)  estoy consolando a los afectados por el llamado "Caso pócima de palo" con cartas manuscritas. Llevo ya veintisiete, a razón de dos al día. He empezado por los "desastres de amor" por ser los más numerosos y los que más desolación han causado entre los damnificados. Después vendrán los que confiaron en que les tocaría al fin la lotería y los que pretendían dejar de fumar con un hechizo. Hago lo que puedo: además de palabras de ánimo, les ofrezco un listado de brujos colegiados e información contrastada de la composición auténtica de cada pócima.


Porque en el fondo, me dan pena.
Tanta desinformación y tanta mentira: les han dado armadillo por dragón. 
Pobres ignorantes de la magia. De la vida...