viernes, 29 de marzo de 2013

De canela y capirotes

 



Por mi parte, soy o creo ser
navegante de boca y yerbatero de la tinta.
Poeta por maldición 
y tonto de capirote.


Autorretrato,
Pablo Neruda



&




Cuánto cirio prendido entre lo oscuro. 
Cuánta copla agónica plañendo ávida de aplausos. 
Cuánta blonda pavoneándose del luto entre mantillas



  El abrazo entre cofrades juega conmigo al despiste y logra distraer por un instante mi  mirada. Justifico tal distracción por el artificio de las ropas, el misterio de los rostros cubiertos, el sacrificio emocionado que se le presume al abrazo entre anónimos penitentes. Pero más allá del amor enmascarado, porque al fondo siempre hay sitio, un cartel proclama en dos palabras desnudas su grandeza. Buena muerte. Buena muerte, repito, y me hago cruces. Que habrá quien encuentre en el martirio ajeno, en su rememoración y en su vívida representación pública, motivos para el consuelo. Pero también los hay, aunque nos quieran hacer creer -barra libre de proselitismo- que estamos en franca minoría, quienes no se expliquen (nos expliquemos) la necesidad de hacer del drama fiesta, del dolor escaparate, de lo íntimo espectáculo.


  Será también que la procesión y la profesión van por dentro. Porque se me antoja milagroso confiar en el renacer de la conciencia humana ante la actual espiral de vanidad, codicia y degradación de los principios morales más básicos (bastaría con respetar al prójimo, no siendo imprescindible amarle) y me hierve la sangre viendo el sufrimiento del calvario sin poder administrar una dosis "generosa" de fentanilo o cualquier otro analgésico potente disponible de la época. Será que soy una descreída. Será que entre tanta crisis también chapotea pidiendo auxilio mi propia fe. O, que entre tanto tonto de capirote y tan poca canela en rama, mantengo el equilibrio a duras penas.


  Así pues, si he de caer de nuevo pido al Altísimo que sea de rodillas.  Que no hay mejor posición para -con buena disposición- tragárselo todo sin visos de atragantarse.

 

jueves, 21 de marzo de 2013

El crac del 19




Yo ya no lloro.
Ni siquiera cuando recuerdo
lo que aún me queda por llorar.
 

José Hierro







El crac del 19, el que nunca saldrá en los libros y nada sabe de mercados de valores, dejó en su agonía un poema inconcluso y una vida tiritando de ilusiones a merced del viento. Provocó la crecida del Yangtzé que, desbordándose en dolor y desencanto, tiñó el verde sempiterno en rojo imposible y dejó en la atmósfera un aroma pesado, cargante y cuasi irrespirable similar al que produce la sangre derramada por doquier en las matanzas.


El crac del 19 nos pilló por sorpresa. Se esperaba unos días antes; cuando los expertos hablaban de él como factible, cuando los mortales nos consagrábamos a toda suerte de ensalmos, amuletos y conjuros para espantarlo y hacerlo quedar en advertencia. Llegó tarde y mal, truncando sueños y arrasando con todo lo que en un intento por frenarlo se puso por delante.


El crac del 19 nos dejó en almarrota. 
El cielo, apelado su fallo en primera instancia, ofrece versos de consolación. 



 Cómo evitar 
sentir, 
pensar. 
Morir de sed
y

martes, 12 de marzo de 2013

Poesía al dente



  Si algún día te enfermas de palabras, como a todos nos pasa, y estás harta de oírlas, de decirlas. Si cualquiera que eliges te parece gastada, sin brillo, minusválida. Si sientes náusea cuando oyes "horrible" o "divino" para cualquier asunto, no te curarás, por supuesto, con una sopa de letras.   
  Has de hacer lo siguiente: cocinarás al dente un plato de espaguetis que vas a aderezar con el guiso más simple. Ajo, aceite y ají. Sobre la pasta ya revuelta  con la mezcla anterior, rallarás un estrato de queso parmesano. Al lado derecho del plato hondo colmado de espaquetis con lo dicho, pondrás un libro abierto. Al lado izquierdo, pondrás un libro abierto. Al frente un vaso lleno de vino tinto seco. Cualquier otra compañía no es recomendable. Pasarás al azar las páginas de uno y otro libro, pero ambos han de ser de poesía.  
  Sólo los buenos poetas nos curan la llenura de palabras. Sólo la comida simple y esencial nos cura los hartazgos de la gula.

Tratado De Culinaria Para Mujeres Tristes,
H. Abad Faciolince



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Flacas del mundo por constitución desde la cuna, idiosincrasia  o fortuna: rebelaos conmigo. 


Reclamemos nuestro derecho a la delgadez, a ser estilizadas, a zampar sin engordar como si no hubiera un mañana sin rimar matemáticas y calorías. Proclamemos nuestra virginidad en dietas y regímenes para perder peso, nuestra oposición a todo lo que se adjetive como "ligero", nuestras felices mañanas despreocupadas por completo de la báscula. Nuestros armarios con ropa en buen estado desde hace más de una decada porque no variamos de peso. 

Recordémosle al mundo que existimos porque de todo tiene que haber en esta vida. Igual que hay cuerpos generosos, cuerpos excesivos y cuerpos inmensos, hay cuerpos recogidos, enjutos, livianos. Si nos sentimos con empuje, compartamos información básica con bastardos de medio pelo y mucha inquina o ignorantes sin ánimo de salir de su ignorancia que hablan por gastarla y no engordar con su saliva: aquellos que confunden dismorfobias con delgadeces deberían darse un repasito al DSM-IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) para aclarar conceptos y no continuar diciendo tonterías. Que utilizar la enfermedad como arma arrojadiza equiparándola al peor de los insultos debiera ser delito: por falta de humanidad, de respeto y del menos común de los sentidos. 

Ya puestas, ampliemos el alcance del mensaje a quien se dé por aludido: 

- A las tiendas de moda que cambian y bajan tallajes para que las mujeres entradas en kilos se sientan reconfortadas y salgan con un pantalón de la talla 38 que hace dos años era una 44. Absurda ilusión sostenida por un número que se ajusta como un guante al ideal de belleza impuesto por la sociedad pero basado en la falacia. 

- A las revistas, publicaciones varias y escritos de opinión que hacen referencia al peso de algunas mujeres: da vergüenza -propia y desde luego ajena- leer descripciones como "escuálida", "saco de huesos" o "cara chupada". Nadie aceptaría la descripción en términos opuestos, pongamos del tipo "gorda asquerosa a reventar", "masa infame de sebo" o "cara como un pan de tortas". Y está bien que no se acepte: la descalificación, venga del norte o del sur, del este o del oeste, es inaceptable en cualquier caso. Ese doble rasero construido con un mucho de vehemencia y un poquito de corrosiva envidia, pone de manifiesto la inseguridad de quien lo escribe sin reparos y denota una preocupación obsesiva por mirar a los demás comparándolos con uno. Con lo fácil que es vivir sin hacerse mala sangre y aceptando que cada uno, flaco o gordo, es como es...

- A las esquilmadoras de cajas de bombones que no han comprendido el concepto "nos los han regalado para todos" y abundan -con peligro de convertirse en plaga- en todos los hospitales. Porque no es de recibo que además de aguantar el mal carácter que provoca la dieta de la alcachofa, la disociada, la de la piña o la del Cristo del Muslo Fino tengamos que aguantar un discurso de vanidad elevada al cubo por tamaña fuerza de voluntad en el seguimiento estricto de la dieta acompañado de un atiborramiento de bombones con empacho de quitar el hipo. La maniobra "meterse al descuido los que quepan en el bolsillo y el que venga detrás, mala suerte" no solo se me antoja rastrera. Me parece, dicho en pocas palabras, inmunda. 


Lo políticamente correcto nunca ha sido lo mío, vaya eso por delante. Como enfermera, además, he atendido a un número suficiente de mujeres y hombres con desórdenes alimenticios como para no frivolizar con este tema.  Empezando por la anorexia nerviosa, siguiendo por la bulimia y terminando en la obesidad mórbida. Pero fuera de lo patológico de cualquiera de estas tres entidades, me resulta abusivo y hasta ofensivo que siga habiendo personas que juzguen a otras por su aspecto físico, otorgándole a la delgadez la misma connotación negativa que durante años se ha otorgado a la gordura. 

Ya es tiempo de pasar página. De uno y otro libro. Y de leer, para solaz de ansiedades y tristezas que hacen daño, mucha poesía. Que los buenos versos alimentan. Y, cocinados al dente, relampaguean en la boca como el mejor de los presentes.



viernes, 8 de marzo de 2013

Intersecciones en la hierba





"Si hombre y mujer aspiran a algo más que a su descomposición en un ente híbrido, amorfo y confuso, deberían reencontrarse, más allá de las volubilidades de la historia, con su verdadera condición, ahora olvidada, de seres íntegramente -y no sólo físicamente- sexuados, y, a partir de ahí, teniendo en cuenta la evolución metasocial de la conciencia humana y las circunstancias del momento, redefinir las funciones sociales e individuales, no para adaptarse mejor a una dinámica social distorsionada, sino precisamente para reorientarla de forma acorde con sus naturalezas específicas: el resultado no puede ser otro que el reconocimiento de una generosa superioridad recíproca en la que lo masculino y lo femenino, asumiendo sus diferencias y aceptando sus límites respectivos, sean polos que se ofrecen mutuamente aquello de lo que el otro carece en un diálogo recurrente de superaciones sucesivas. "


A. López Tobajas


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 Quiero pensar que cumplo los requisitos imprescindibles del día en curso, ser mujer y trabajadora, para poder opinar libremente -desde la inequívoca posición que otorga la primera persona del singular- sin ínfulas de resultar en modo alguno dogmática. Porque cada 8 de marzo me veo en la misma situación: tirando de reservas cerebelosas por tratar de mantener el equilibrio entre la defensa a ultranza de la igualdad entre hombres y mujeres (en cuanto a derechos, quiero decir) y el blindaje de lo que nos diferencia y, entiendo, nos enriquece por vía de la complementación. 


 En el mundo, empezando el recorrido en las mismísimas antípodas  y terminándolo por la casa de mis vecinos de bloque con parada en todas las estaciones, no es ni ha sido fácil ser mujer. Lo cual no significa necesariamente que sí lo sea ser hombre. Como no es mi intención hacer ahora un repaso de lo logrado por mujeres de armas tomar y corazón intrépido en beneficio del resto de las féminas, creo que con agradecérselo -sinceramente- es suficiente. Sin embargo, me escaman las actitudes de algunas mujeres que abogan por la equiparación "a lo que cueste" y construyen su discurso desde el "nosotras más y mejor que vosotros". No es sólo que no comprenda la necesidad de la destrucción del otro para lograr la posición propia, sino que siento que ese camino no es el mío. Es una cuestión de principios: prefiero que seamos compañeros antes que enemigos íntimos. 


 Para no perderme, cosa que me ocurre con facilidad pasmosa, desoigo las teorías que circulan al respecto: la mayor parte de ellas  repletas de perífrasis dignas de literatos iluminados por opioides y palabras grandilocuentes -por lo común vacías- alejadas de la realidad más cotidiana. O, lo que es lo mismo, sitúo el periscopio en el centro geográfico de los 65 m2 de esta mi casa que es lo que mejor conozco. Porque aquí, donde de forma voluntaria y meditada vivimos dos en compañía, ondea la bandera de la paz y del respeto mutuo. Que si tú estás cansado, yo hago la cena. Que si yo tengo el día flojo, tú pasas la aspiradora. Que los dos nos levantamos a las 06:15 h y traemos a casa sueldos casi similares. Y yo plancho mejor, cierto, pero tú instalas antivirus y desinstalas programas como nadie. Complementariedad, qué cosa más bonita, y mucho amor, que es precioso qué carajo!). Lo demás, lo que escapa a nuestra pequeña burbuja, también existe pero está más lejos. Debiera bastarnos con este pacto a dos bandas que marca quién para qué, cuándo y cómo. Sin sacrificios que muestren el día de mañana escarificaciones ni se presten al más vil de los reproches. Esa es nuestra libertad, la de vivir con generosidad el uno para el otro


Así que hoy, querida lectora/ querido lector, me felicito y te felicito. 
Porque estoy segura de que ves el dibujo de Mordillo y sonríes sin crisparte ni retorcerlo hasta el absurdo. Y porque sabes que en lo que viene siendo la cosa de vivir, cuelga el cartel de "seguimos trabajando en ello".


 
 
 

domingo, 3 de marzo de 2013

Increíbles 36




Lo mismo que un sonido no se conduce 
con idéntica velocidad en el agua y en el aire, 
está probado que los años no discurren
de igual modo en el corazón y en la cabeza. 

Por mucho que sumen y repasen sus cuentas
acaban siempre discutiendo sin ponerse de acuerdo.

Lo dijo Émile Chartier de otra forma:
El tiempo es corto para el que piensa,
e interminable para el que desea.



Cumpleaños, 
J. Jiménez Domínguez



&



Nunca empecé mejor un cumpleaños que el pasado viernes.  
Nunca pensé que la magia pudiera madrugar tanto y en lugar de con bostezos me obsequiara luciendo su sonrisa más bonita.
Nunca creí que una coincidencia así, tan extraordinaria y sensacional, tuviera cabida en mi vida.

Y aquí estamos, queridos.  
A medio camino entre la estupefacción y la alegría desbordante.
Celebrando mucho más que la feliz coincidencia de este aniversario con el número atómico del kriptón

Porque a veces una pide una señal y el cielo lo da todo. 
Sin límite. 
Gracias.