jueves, 21 de marzo de 2013

El crac del 19




Yo ya no lloro.
Ni siquiera cuando recuerdo
lo que aún me queda por llorar.
 

José Hierro







El crac del 19, el que nunca saldrá en los libros y nada sabe de mercados de valores, dejó en su agonía un poema inconcluso y una vida tiritando de ilusiones a merced del viento. Provocó la crecida del Yangtzé que, desbordándose en dolor y desencanto, tiñó el verde sempiterno en rojo imposible y dejó en la atmósfera un aroma pesado, cargante y cuasi irrespirable similar al que produce la sangre derramada por doquier en las matanzas.


El crac del 19 nos pilló por sorpresa. Se esperaba unos días antes; cuando los expertos hablaban de él como factible, cuando los mortales nos consagrábamos a toda suerte de ensalmos, amuletos y conjuros para espantarlo y hacerlo quedar en advertencia. Llegó tarde y mal, truncando sueños y arrasando con todo lo que en un intento por frenarlo se puso por delante.


El crac del 19 nos dejó en almarrota. 
El cielo, apelado su fallo en primera instancia, ofrece versos de consolación. 



 Cómo evitar 
sentir, 
pensar. 
Morir de sed
y

3 comentarios:

  1. Querida mía,

    Tiempo ha te dije que soy un experto escapista de túneles oscuros y que mi piel detecta la brisa de la cual guiarse para alcanzar la salida. Aférrate a ello. No estás sola ahora, ni lo estarás cuando respires aire fresco, que lo harás.

    Inflaré nuestro querer a bocanadas.


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    Respuestas
    1. Querido mío,

      La prueba irrefutable de que los milagros existen es tu llegada a mi vida. Ahora sabes que mi paso por túneles es una mezcla indisoluble de llanto y apnea. Pero sabes también que, superado el pánico y el desaliento iniciales, me recompongo; resurjo de mis cenizas para mirarle de frente al camino.

      Sentir tu mano firme sosteniendo la mía es un regalo.

      Gracias por cuidarme en estos días difíciles. Gracias por cada palabra de ánimo, por cada abrazo, por darle su espacio a mi tristeza. Y gracias, muchas gracias por mantener intacta la esperanza.

      Todo llega, querido. Y nosotros, que lo deseamos con tanta ilusión, lo disfrutaremos un día juntos. Queriéndote.


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  2. Cada uno tenemos nuestros cracs particulares. Por la parte que me toca, me sumo a este, con dolor de mi corazón.

    Mrs Anónima.

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