jueves, 2 de noviembre de 2017

La ducha calentita, gracias.




El conocimiento directo de los escritores es nocivo. 

Homo scriptor,
 A. Monterroso


&


       Sé que lo que oro parece, plátano es. 
    Pero yo, a qué negarlo a estas alturas, amo las pajas mentales tanto o más que los mundos sutiles.   

   Fantaseo con sábanas húmedas como adelanto de futuras lluvias en ciudades que solo existen si se mojan, como las demás. Porque, en lo particular, cuando me ensueño -por cansancio y con gusto-, entrecerrar y entreabrir son verbos complementarios. Allá los ojos y cualesquiera de los mil reproches que tan bien sabe hacerme la conciencia. Aquí, sin caer en pleonasmo, los labios.

   Dicho lo cual, que cada uno -en su patio- juegue como quiera. Solo faltaría.
   En lo personal, eso sí, me quedo con mi ducha calentita de después. Sin móvil, sin ruido, sin nadie. Me bastan dos toallas y esta imaginación a la que, en última instancia, solo puedo dar las gracias.
 
   
    Tadelakt y descubrimientos, Mrs. NB


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