jueves, 19 de julio de 2018

Sweetness (o el estúpido sentido de la decencia)






En el momento de amar, la cara se exalta,
 se transforma completamente (...)
 por el erotismo. 

Anaïs Nin, Diarios amorosos



&


Pienso en si debería echarle o no espinacas al puré de verduras, con la vana esperanza de que  algo así de mundano, rutinario y aburrido consiga frenarme. Sacarte de mí.  Mantenerme dry and clean. Pero vuelvo

a ti, 
a querer tenerte dentro
y me queman estas ganas 
de sexo a media jornada,
de sexo pasados los cuarenta; menos terso, más sucio. 

a ti 
y a esta emergencia de follarnos sin intercambiar una palabra.
Sudar, gemir, eyacular por los ojos.

a ti,
y a los planos de sexo furtivo atrapados a contraluz
a la sublime tentación de las drogas sin receta
al morbo pecaminoso del médico y  la enfermera.
Y a Micah penetrándonos de nuevo. Oral, vaginal, anal.  


Voy a ver cómo arreglo este desorden.


*** Sé que me cambia la voz cuando te canto. 



martes, 24 de abril de 2018

The PAJARRACO experience





 Al sur del condado de Turlington, en el este de Irlanda,
 hay un cementerio exclusivo para boxeadores. 
[...]
Se les entierra con el bocado puesto y la guardia alta, 
protegiendo la mandíbula,
 por lo que pueda venir. 


Pelea en paz, 
Fernando León de Aranoa


&


   Me veo en la necesidad de desplumar al pajarraco; de subir el tono y desfogarme. Voy a hablar claro.

  Twitter es una red social a la que yo llegué tarde -mi retraso cronológico por el mental de tantos otros usuarios-, que nació en 2006 con la primavera de San Francisco. Once años y billones de mensajes después, en 2017, la cosa cambió; no tanto porque yo me estrenara en este invento, sino porque se duplicó el número de caracteres disponibles para comentar los asuntos de la vida (así, en general). Por lo visto, ya antes habían introducido la posibilidad de acompañar las letras con imágenes, vídeos y otras cosas de ver y no de leer. 400 millones de usuarios a nivel mundial en 2018. Quien quiera saber más que tire de Wikipedia. 

  A lo que yo iba, en realidad, es a contar mi experiencia (un semestre, no creo que vaya a aguantar mucho más). Suerte la mía que nadie lee este blog y, a mis ojos, es el cuaderno de la mesilla de noche en bonito, sin tachones y con foto.

* Lo primero de todo es el número de idioteces que se publican: así, a ojo, el 95% del total. De ese 95%, calculo que un 25% es gracioso, otro 25% no está mal y el 50% restante es una mierda pinchada en un palo seco. Sin aspavientos. Opiniones personales que no aportan nada, gustos individuales que para uno están muy bien pero para los demás no tienen sentido. Datos sin interés ninguno o material que ya está accesible en otros lugares de la red.

* Lo segundo es el tremendo ejercicio de contención que una tiene que hacer para no caer en la continua provocación y responder con exabruptos a mensajes de gentes que ni siquiera conoces pero que te tocan los cojones a dos manos con sus opiniones y comentarios. Generalizaciones, descalificaciones gratuitas, imposición de pareceres sin argumentos  ni conocimientos, etc. Calentamiento global es esto, no la cosa del medio ambiente. 

* Lo tercer-cuarto es pa'mear y no echar gota: los followers y los Tuitstar. El número de followers, de gente que sigue lo que tú vas publicando, es la madre del cordero. A más seguidores, más fama. Da igual que la consigas por decir obviedades, por robárselas a quien las dijo antes que tú pero es menos visible  o por repetir la misma frase tonta en cada uno de tus comentarios (sello personal, sí, pero de arcada seca). ¿Tienes a tropecientos mil palmeros dispuestos a reírte cada nueva gracia? Enhorabuena, ya eres un influencer. Un Tuitstar. La hostia en verso. Reverencias y pleitesía por salvar a la humanidad con tus inestimables aportaciones. Verdaderos referentes del siglo XXI.

* En quinto lugar, obviamente, por qué sigo usando Twitter. Pues, francamente, por puro masoquismo. He de decir que aunque leo a mucha gente sigo a poca y me siguen aún menos. Entre toda la muchedumbre, siempre hay quien se salva de la quema. Gente que destaca por su sensibilidad, por su moderación, por su saber hacer; gente que escribe cosas chulas o comparte fotografías bonitas. Gente que, de cuando en cuando, logra rozarte el corazón y emocionarte. Pero esas personas, que suponen el 1% del 5% que teníamos perdido desde el cuarto párrafo, son la excepción que pone a prueba la regla. El resto (4%) son pura contradicción. 

*** Para completar este vómito regurgitado de pío píos indigestos, solo me queda añadir una última reflexión. Me pregunto qué necesidad es esta de vivir continuamente conectados. Por qué necesitamos ese reconocimiento ajeno que no parece nunca suficiente. De dónde nace ese vivir para fuera por no mirar para dentro. Por qué sabemos más de  los otros que de nosotros mismos. Qué se esconde tras esa necesidad de ridiculizar al otro o de identificarse con él. 

En definitiva;
Muchos gusanos. Pocos nidos. Avidez de carroña. 
Plumajes ignífugos, impermeables, ininteligibles.
Huevos hueros. Alas de plexiglás. 
Pájaros de cuidado.   
Y algún destello de lo que viene siendo volar.


@mrs_botwin


domingo, 28 de enero de 2018

Yo soy yo y mis camelancias





Lejos un trino.
El ruiseñor no sabe 
que te consuela.

J.L. Borges


&


   He empezado a escribir un libro para mis hijos. Mi vida, mi biografía. Quiero que sepan quién soy, de dónde vienen -al menos al 50%-.
* Por si me muero o enfermo de gravedad antes de que puedan acumular suficientes recuerdos de ellos junto a mí (nunca se sabe).
* Por si acaso en algún momento de sus vidas se sienten solos o perdidos y no estoy a su lado (ojalá tenga el privilegio de acompañarles en su crecer).
* Por si, llegado el caso, siento vergüenza o reparo para hablarles de algunos temas (espero que no, pero todo puede ocurrir).


  Llevo escritas seis páginas y he llorado por un semestre. He dudado sobre si escribir en presente o en pasado; dado el cariz del libro lo leerán, calculo, en 2032-2034. He hecho un ejercicio por momentos doloroso para no ahorrarme detalles; hay pormenores que en realidad son pormayores  silenciados y casi olvidados con el paso de los años. Una no se siente cómoda contando según que cosas. He intentado organizar mi vida según un guión que trascienda la anécdota o la mera colección de datos. 


  Aseguro que no es fácil, máxime imaginando lo crítico que resultará el reducido público al que va dirigido. No es sólo que sepan dónde estudié o cómo conocí a su padre; es también que conozcan qué me emociona y qué me pone de los nervios. Lo difícil que fue tenerles. Lo que pienso de las drogas, del sexo y del rock and roll. Cómo creo en Dios. Por qué escribo. Qué y quiénes me han decepcionado. Qué sueño. Qué me aterra. Por qué estaría dispuesta a dar mi vida.


  Y todo esto, que ya me rondaba la cabeza desde que vi la película Mi vida sin mí de Isabel Coixet, ha terminado de romper gracias a Hombre Revenido. Su hilo sobre Kenzaburō Ōe  - aplaudido en todo mar conocido del uno al otro confín- fue el impulso que necesitaba para lanzarme. Amor que goza; amor que duele; amor que ama. Amor.


  Ese es el detalle, querido, que no puedo explicarle en otro sitio. Porque en esta apartada orilla, más pura la luna brilla y se agradece mejor. Y porque usted, estrella mediática con los pies en la rama, sabe que esta inspiración que me ha regalado es impagable.