miércoles, 22 de junio de 2011

El equívoco follaje




Me instalo en la cabaña tras abrir la puerta como un sheriff dejándose caer por el saloon. Al "ya estás aquí, muñeca" de mi propia voz -demasiado grave para una señorita- le sigue el sonido mate y reverberante de la mochila al estrellarse contra el suelo. Besando las tablas por duplicado.


Traigo demasiado equipaje para mis anchos hombros y pocas ganas de usarlo. Deshago a medias lo adjunto y comprimido para quedarme con el binario básico. Dueto de papel y tinta, hachís y tiempo. Una manta, una botella de tequila. Un cenicero y su boceto de cruz dibujándose en ceniza.


La madera en cada sueño; me persigue. Se eleva hacia el cielo y alimenta mi fuego. La cadencia hipnótica de ese locutor de radio de Cicely encandila mis oídos. Los antiguos raíles dirigiendo a los trenes evocan el traqueteo juguetón. Los techos a dos aguas de la casita en el árbol invitan a mover las piernas -abriéndolas paso a paso- y adentrarse en el refugio. Saber dónde guarecerse en días de tormenta, eso es todo.


Incendios de andar por casa, Mrs. Nancy Botwin

1 comentario:

  1. Mi querida Mrs. Nancy,

    Le dejo una caja de cerillas recién robada de algún motel de carretera que ya no recuerdo. Las cerillas, que son la antesala del calor, donde guarecerse los días de tormenta.

    Besos, my darling.

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