martes, 30 de octubre de 2012

Palomitas S.L.

 
 
 
 
Yo lo noto: cómo me voy volviendo
menos cierto, confuso,
disolviéndome en el aire
cotidiano, burdo jirón de mí,
deshilachado y roto por los puños.
 
Yo comprendo: he vivido
un año más y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!

Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.


Cumpleaños, 
Ángel González




&



 Llegamos hace años a ese punto en que no hace falta adornarse al hablar para entenderse, justificar el llanto con razones ni alabar las grandezas por rutina para saber que nos queremos por derecho.  Si veinte años no son nada en un bolero, ¿por qué habrían de serlo en un Madrid cualquiera?

 No tengo intención de resumir este tiempo a tu vera. Ambas sabemos cómo empezó la cosa nostra y qué nos ha mantenido al quite hasta la fecha. Idas y venidas sin asomo de estampida en lo que hoy se me antoja un suspiro. Un lujo asiático, sari mediante, que sólo tú comprendes. 

 Así las cosas, no sé bien si felicitarte o felicitarme. Lo que sí tengo claro, cristalino y reluciente, es que celebraremos este aniversario dejando al corazón latir y adornándolo con nuestras mejores galas. Joyas preciosas, vestidos largos y requiebros de cintura para bailar en torno a la tarta. Que seremos olvido, no lo dudo, pero tú para mí eres en esencia intemporal y un presente.


 Coreografía y coronariografía de un sentir,
 Mrs. NB

sábado, 27 de octubre de 2012

De impurísima y oro





La mano que perseguimos por el sumidero de los días es la mano que ennegrece la leche, es la mano que oxida los oros, la que mutilada agita la mandrágora en el límite del bosque, y si acaso una noche logramos apenas rozarla ella doblemente nos tendrá en su puño, y ni los alcaudones ni los hombres sabrán nunca que de ella comimos aquel alpiste ácimo que enloqueció a los ángeles.


Sinistra (Fermentaciones) 
J. Jiménez Domínguez 




&


... aquel alpiste ácimo que enloqueció a los ángeles. 

Entraste saludando a las manzanas. Imperceptible el ruido del anillo entrechocando con las llaves de la farmacia. Barbitúricos incendiados en el sotobosque de medias y botas, cenizas suspendidas en el agua dormida del minibar. Sobredosis de impurísima y oro. Uniforme blanco de sábanas camino de casa, sacando a flote el vicio del insomnio y del nunca lo sabrás. Lluvia sobre los plañideros del funeral. Zuecos llenándose de agua. 


Say hello to all the apples on the ground.
They were once in your eyes.


De impurísima y oro,
Mrs. NB 

 

miércoles, 24 de octubre de 2012

Destemplanzas intensivas





Cuando estoy en Madrid, las cucarachas de mi casa protestan porque leo por las noches. La luz no las anima a salir de sus escondrijos y pierden de ese modo la oportunidad de pasearse por mi dormitorio, lugar hacia el que -por oscuras razones- se sienten irresistiblemente  atraídas. 

Ahora hablan de presentar un escrito de queja al presidente de la república, y yo me pregunto: ¿en qué país se creerán que viven?; estas cucarachas no leen los periódicos. 

Lo que a ellas les gusta es que yo me emborrache y baile tangos hasta la madrugada, para así practicar sin riesgo alguno su merodeo incesante y sin sentido, a ciegas por las anchas baldosas de mi casa. 

A veces las complazco, no porque tenga en cuenta sus deseos, sino porque me siento irresistiblemente atraído -por oscuras razones-, hacia ciertos lugares muy mal iluminados en los que me demoro sin plan preconcebido hasta que el sol naciente anuncia un nuevo día. 

Ya de regreso en casa, cuando me cruzo por el pasillo con sus pequeños cuerpos que se evaden con torpeza y con miedo hacia las grietas sombrías donde moran, les deseo buenas noches a destiempo -pero de corazón, sinceramente-, reconociendo en mí su incertidumbre, su oportunidad, su fotofobia, y otras muchas tendencias y actitudes que -lamento decirlo- hablan poco en favor de esos ortópteros.



Dato biográfico
 Ángel González



&



Mártires del versar acompasado, aquí anuncio: corren buenos tiempos para la Lyrica (llámese también pregabalina). Demasiadas ansiedades y pocas oportunidades de soltar las riendas y dejarse ir llorando al trote cochinero...

Sufro un Síndrome que espero sea autolimitado y pasajero por el que me siento decepcionada con el mundo. No con los accidentes geográficos ni con la línea editorial del marido de la diseñadora (de nombre impronunciable en esta santa casa). Más bien con las personas. Me defraudan, así en general y salvando honrosísimas excepciones, a la mínima de cambio y corto -por lo insano-. A este síntoma se le añade otro no menos preocupante: con la inmunidad que confiere saber que el enfrentamiento no conduce a nada bueno, de natural me veo en los últimos tiempos silbando y poniendo cara de canadiense -por descartar las connotaciones erótico-festivas que el acervo popular les atribuye a las suecas- mientras las rehúyo.  Misantropía y desencanto, no se puede pedir más. 

Como todos los cultivos microbiológicos de mis muestras corporales han resultado negativos, bilis incluída, he descartado que seres microscópicos despiadados me estén haciendo tan mala sangre. Las pruebas de imagen (tan sofisticadas como resultar pudiera ponerse delante del espejo) tampoco sugieren focalidad manifiesta. La autoexploración física, amén de placentera, ha resultado anodina. Rematándome en salud, mis constantes vitales se mantienen dentro del rango de normalidad. Calma chicha en el día a día, si lo prefieren. 



Mientras trato de reducirme para el examen mental, cosa harto complicada debido a mi vigor y corpulencia, solicito ayuda divina y acompañamiento terrenal. Y me llueve del cielo Ángel González, con sus cucarachas de por medio, mientras Leonard Cohen me susurra algo de fronteras erigiéndose en prisiones. Así las cosas, no me lo pienso dos veces: barra libre de Constant Comment y un "se permite fumar".   


  
Caprichitos de enferma entre delirios y destemplanzas.


martes, 16 de octubre de 2012

Órbitas puñeteras




El otro día instalé una fábrica de huracanes en la costa de Florida, que se presta por tantas razones, y ahí nomás hice entrar en acción los helicoides turbinantes, los proyectarráfagas a neutrones comprimidos y los atorbellinadores de suspensión coloidal. Todo al mismo tiempo, para hacerme una idea de conjunto sobre la performance.


Papeles inesperados,
J. Cortázar



&



Nos iba un poco de aquella manera, pero cada semana nos mudábamos de planeta y levantábamos la carpa tirando de nanocuántica y cojones.  Los leones se acostumbraron a rugir lo imprescindible (andábamos justos de oxígeno) y los payasos a reciclar la nata de las tartas para futuras representaciones. No fue fácil convencer a los alienígenas que pasaron por taquilla de que saltar sin red con gravedad cero era el más díficil todavía. Y todo nos iba, como ya señalé antes, razonablemente mal. Aguantamos lo que pudimos y decidimos volver. Aprovechamos el viaje para rellenar formularios que nos permitieran cobrar el subsidio de desempleo y los últimos minutos -entrando ya en la estratosfera- para esbozar nuestros currículum vítae de cara a ofertas laborales ulteriores. Se atildan chisteras: no pude escribir más. Al tomar tierra, un huracán inesperado desatado en la costa de Florida se llevó lo que el viento consideró suyo. La roulotte espacial, el espíritu itinerante y los esfuerzos de la troupe por remontar el vuelo. 


Respondiendo a Cortázar (sin acritud), Mrs. NB



jueves, 11 de octubre de 2012

Delicadezas varias




Delicadeza.


(De delicadez).
1. f. finura (cualidad de fino)
2. f. Atención y exquisito miramiento con las personas o las cosas, en las obras o en las palabras.
3. f. Ternura, suavidad.

 



Diccionario de la Lengua Española, Vigésima segunda edición. Real Academia Española.





&
  


 Trata la cursilería de usurparle terreno a la delicadeza
 y a mí me llevan
 -huérfanos de lazos adornándoles el rabo-
 los demonios.




Rechinan en mis pupilas pétalos de margaritas despedazadas convertidas en sortilegio del enigma del amor y líquidos azules e inodoros tratando inútilmente de hacer de la sangre retenida y coagulada algo amable. Hasta la úlcera corneal y la discoria. Me despiertan la náusea incoercible -antes que el hondo suspiro- los colores pastel en cualquiera de sus fatales tonalidades, la amplia gama de los rosas, los brilli-brillis varios y las imágenes de bebés, perros, oseznos y gatitos. Esos sucedáneos teñidos de falsa ternura apelando a la feminidad; no los soporto.


Habituados como estamos al maniqueísmo como primera opción de pensamiento, cabe inferir que tal rechazo me sitúa en el extremo opuesto, el de chica dura  con lo que quiera que ello signifique, pero no es cierto.  Admiro la delicadeza, no sus burdas imitaciones. Me complace todo aquello que apela sin exagerar ni proponérselo a la elegancia, al cuidado y al detalle. El sabor de lo artesano, primero pensamiento y después obra trabajada, única e irrepetible; el gusto de lo manuscrito, con las inflexiones imperfectas de los trazos y la razón de ser de los espacios en blanco; el aroma de lo antiguo que perdura; la resonancia de la voz cuando la tesitura pierde la partida ante la verdad del sentimiento; el verso que es rima asonante arañando el alma; la buena educación, con el respeto y consideración hacia el prójimo que necesariamente implica.


A menudo tengo la sensación de que nada de ésto que yo amo se estila en estos tiempos. Y aún con ello, con el desánimo de quien ve cómo va degenerando lo que entiende esencial en lo superficial y accesorio, me atrinchero y reivindico mis posibles. Porque con no faltarle uno a su propio dictado, ya es más que suficiente. Si además le pone cariño, canela fina.



 

viernes, 5 de octubre de 2012

Leonard camelándome







Everybody knows it’s coming apart
Take one last look at this Sacred Heart
before it blows.

***

[Todo el mundo sabe que se está deshaciendo,
echen un último vistazo a este Sagrado Corazón…
antes de que estalle.]



Leonard Cohen en Madrid.
Un sueño cumplido.
Gracias.





jueves, 4 de octubre de 2012

A salto de mota





Lo peor del eco
es que dice las mismas barbaridades.


M. Benedetti



&





Detesto la manipulación de las conciencias, de las almas y aún más de los sentires. Que otros, ajenos y distantes, se apoderen de los motivos propios, los agiten y remuevan y los sirvan en copa fría o plato caliente a conveniencia. Que se venda la mentira por costumbre, se propague cual pandemia altamente contagiosa y se lucren con ella los de siempre. Estoy cansada de oir a quienes callar debieran lanzar al viento sus proclamas; de la atención reverencial que se les brinda y de la resonancia atroz de sus dislates. Hastiada de esta concepción de vida en términos económicos, políticos y huecos, como si nada más hubiera para robarnos el aliento y abrigarnos los fríos venideros.



En tales circunstancias, incapaz de apartar el tonel de mi camino, me reconforta pensar que de la hostia terrible al salto grácil hay un trecho minúsculo oculto entre las sombras. Y  creer, valiente utopía, que un ejército de pulgas me acompaña: dispuestas a propulsarme por amor al arte en cada triple mortal. Llámese indistintamente verso o beso.