lunes, 13 de mayo de 2013

Disonancias magnéticas




Cuando os pregunten en qué mano está la magia,
que no os confundan los trucos torpes del poema:
si en un verso muere el oro leve de la tarde,
buscad al forense que llora en las bisuterías.


J. Jiménez Domínguez


&


 
Magnetismo cruel este de la llamada de la selva.
Disonancias del eco declarándose ruido.
 
Nadie habla del vértigo de Tarzán. Nadie quiere saber de sus sudores fríos empapándole el taparrabos. Con un pie aún en la rama y solo sus manos para salvarle  del abismo.
 
 Nos hicieron creer que las lianas estaban a nuestra disposición para movernos de árbol en árbol. Que aquello era poco menos que un juego de niños y que si una de ellas se rompía, cosa rara siendo tan elásticas, habría otra cerca para asirla en el último momento y librarnos de una dolorosa caída. 

 Nos convencieron de que nuestro grito de guerra rebotaría en las montañas y llenaría el aire y la tierra de posibilidades. Que, en ausencia de contaminantes industriales, nunca nos enfrentaríamos a una terrible afonía. Bastaría con hinchar los pulmones y desear emitir un sonido capicúa para convertirnos en los Reyes del Mambo, de la Jungla, de la vida. 

 Nos dijeron que por cada Tarzán habría una Jane dispuesta a hacernos la cena, a satisfacernos con sexo duro. Que, llegado el caso, los gorilas podrían hacerse cargo de nosotros; de nuestras deudas, de nuestra sed de leche, de nuestra carencia de caricias.
 Que seríamos felices viviendo con lo justo. 

 Y todo nos lo creímos, hasta que sabíamos nadar y que en aquellas aguas no había ni rastro de sanguijuelas. 


Cuando volvimos a la ciudad y pasamos el reconocimiento médico,  el hemograma resaltó en rojo incasdencente ocho gramos pelados de hemoglobina. Fue entonces cuando asumimos que no estábamos hechos para según qué aventuras y descubrimos que también Tarzán, por las noches y en hojas de madreselva, empezaba cada entrada en su diario escribiendo dos palabras: tengo miedo. 


 

6 comentarios:

  1. Suahili elemental para dummies:

    Ponte las pilas, Nancy: Ankawa, Nancy.

    Pasa, tía: Hakuna matata.

    Elefante grande: Dumbo Jumbo

    ¿Falta mucho para León?: Ú tá Simba?

    Molo: Tepongo.

    El abuelo murió de una indigestión de marisco: Yayo tumba, gamba chunga.

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    1. Hakuna matata... al médico tienes que ir.
      ¿No acababa así la cancioncilla, querido Pazzos?

      Vamos a ver si de aquí a unos meses volvemos a estar en condiciones de darnos un garbeo por la selva. De momento habrá que confiar en el tratamiento de choque del Dr. Livingstone (supongo) y pasar el rato viendo una y otra vez Tarzán con otros ojos.

      Besos esperanzados.

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  2. Todos los héroes tienen miedo. Salvo los griegos, que eran idiotas y así les iba al final, claro.

    De todos modos, para nosotros los monos lo de los árboles está chupado. Lo de nadar se nos da un poco peor. Cada uno lo suyo.

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    1. Cada uno lo suyo, cierto, pero no me negará que ser hombre-mono tiene su enjundia; ahora nadar, ahora monear, ahora llamar sólo a los elefantes... Mucha tela para afrontar el día a día amparándose en un escueto taparrabos.

      Desde el laboratorio secreto de los gritos antimiedo enlatados y resultones, besos fraternales.


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  3. No se si te he entendido.! 8 Hb.habra que repetirlo.algo ha pasado estoy a tu vera.1b

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    1. Quien dice 8 g/dL dice 13 y pico, que igual la enfermera pinchó la vena por donde pasaba el suero... Tú ya me entiendes.

      A tu vera estoy yo.
      Aunque sean los pajaritos quienes terminen comiéndose las tostadas.
      Aunque desde el Valle del Silencio no den línea los móviles.
      Aunque todo se nos haga cuesta arriba y no sea rentable la taquicardia.

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