domingo, 11 de agosto de 2013

Calentura dominical




Pensando vagamente
en el mundo inquietante
que se extiende -imposible- detrás de tu sonrisa.
 

Ángel González


& 



Se ha escrito un crimen. 
Y yo no he sido. 

Hay que joderse, me digo, con las ganas que he tenido siempre de poder decir esa frase poseída por el espíritu de la mismísima Jessica Fletcher sin tanta esencia british y con una veintena de años menos (mejor treinta), pero con esa cosa suya de la gafa, la averiguación por observación del despiste ajeno y la maquinita de escribir resonando alegremente con una taza de té al lado. 

A lo que iba. Que si se ha escrito un crimen, y de ayer a hoy -supongo-, se habrán escrito cientos, yo no he sido. Lo mío no es la novela de misterio; me lío y termino confundiendo los nombres de la víctima y el asesino o, si se tercia, les llevo apresuradamente al catre y trato de ahorrarles un disgusto. En su lugar, y amoldándome de forma natural a mis posibilidades de reflexión, me he entregado con fruición a tratar de entender algo que a nadie le importa un carajo pero que a mí me tiene comidita la moral. 

La cosa es que intento comprender qué intrincados y necesariamente patológicos pensamientos pasan por la mente de los diseñadores de camisetas y ropa interior femenina del grupo Inditex (y similares) para que todas las prendas en cuestión sean absolutamente ñoñas, chorras, blanditas, requetecursis y nauseabundas. De arcadita seca. Tarta de fresa, Snoopy y el osito Winnie (ahí es nada) estampados por doquier inundando estanterías, perchas, escaparates. Todo el universo del basic & underwear low cost. Alguna incursión menos vomitiva pero aún así desafortunada de Picapiedras, Pitufos o Mafalda & friends. Siempre en colores pastel. Basta, por favor. 


Ya está bien de hacernos sufrir. ¿Es que no pueden hacer camisetas de chico en tallas más pequeñas? ¿Es que las tías merecemos ser tratadas como lerdas cursis? ¿Quiénes diseñan eso? ¿Qué les lleva a pensar que eso vende -aparte del hecho demostrado de que se vende que da gusto-? ¿Por qué el resto de la ropa que diseñan -que no son ni pijamas ni camisetas- pretende vestir a una mujer supersexy y ultradura en las distancias cortas? Me no entender.


Me sólo querer poder comprar camiseta de grupo de Rock, ciudades del mundo, siluetas de pulmones alados encarcelando en blanco y negro corazones, o de equipos de beisbol llegado el caso pero, a ser posible, de mi talla y no tres tallas mayor.  Que tener que usarla sólo para dormir, porque mola pero le queda a una como a un cura tres pistolas, da pena. Y tratar de encogerla, por experiencia lo digo, no termina de resultar.


Sé que la cosa no tiene un futuro prometedor, pero estoy que lo tiro y no voy a disgustarme. Máxime cuando, a lo tonto, me ha venido la imagen de mi queridísima Jessica Fletcher con uno de esos pantaloncitos ultracortos de moda que dejan media cacha fuera y un top de ombligo al aire: primero metiéndose en la cama y luego -ya despeinada- levantándose a media noche para darle leche al gato. 


Qué cabecita madre, qué cabecita...

4 comentarios:

  1. Pues sí que te has pillado una calentura. Podrías solucionarlo metiéndote a diseñadora. Yo prometo comprar un par de camisetas. Si no son en tono pastel, por supuesto...
    Besos.

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    1. Cuánto tiempo sin salir a la pista...
      Me alegro de verle por aquí.

      En el fondo, he de decirle, me la sopla. Llámelo calentura impostada. Es tan fácil como no comprar ahí y buscar en tiendas de otro estilo. Pero me da que pensar y eso, pensar, es algo que me entretiene de lo lindo y me gusta, por descontado, mucho más que el rosa.

      Besos, Mr. Elvis.

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  2. DEPARTAMENTO DE MARKETING DE INDITEX: En atención a clientes como usted descontentas con la frivolidad de nuestra lencería, nos complace comunicarle que acabamos de sacar nuestra nueva colección Heidegger en riguroso tejido 50% cáñamo, 50% cheviot cuya aspereza estamos en condiciones de garantizar a las pieles más exigentes.

    (En cuanto al problema de la talla le recomendamos el tratamiento que aplicaba mi amigo Javier en la lavandería del cuartel, después de seis horas de secadora los calzoncillos del coronel le vendrían justos a un Geyperman).

    Reciba un cariñoso ZARAndeo.

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    1. Prefiero la aspereza al blandiblú.
      De siempre.
      El cáñamo al algodón de azúcar.
      El cheviot al elastán.

      Y le prefiero a usted entre muchos otros.
      Porque usted puede ver, como yo, a esa Jessica Fletcher que describo sin que imaginarla le cueste ningún esfuerzo.

      Besos sin asperezas, querido. Ultrasuaves.

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