sábado, 14 de noviembre de 2009

¿Coma Barbietúrico?



No me enrollo.
Creo que es necesario aligerar el tono del blog por propia salud mental. Hoy atendí a un hombre de 27 años con una hemorragia cerebral letal (para los no profanos; hematoma intraparenquimatoso masivo abierto a ventrículos con desplazamiento de línea media secundario a rotura de aneurisma en arteria cerebral media). Muriéndose irremediablemente. En días así yo no sé quitarme el uniforme; no salgo por la puerta del hospital desconectándome. El viaje de regreso pensativa en el coche, conmovida por el dolor de los familiares. No tenemos analgésicos que lo curen (como tampoco vacunas para inmunizar el corazón). Ya en casa me cuesta hacerme la cena. Entonces busco a mi cocinero virtual para rogarle de rodillas que me prepare cualquier cosa. Fantaseo un rato largo, en parte porque me chifla lo imaginado, en parte por pura pereza, hasta que salto del sofá y cocino algo rápido.

Hoy el unplugged (desenchufado es más correcto pero menos estético) comienza viendo un reportaje televisivo. El dato oficial es... redoble de tambores... que en España se realizan cuatrocientas mil intervenciones de cirugía estética al año. Un momento. La cabeza echa humo calculando. Aquí resumo:

a) No hay cuatrocientos mil nuevos operados cada año. La razón es que algunas personas se enganchan al tema de los arreglitos (tres o cuatro de dificultad media cuestan menos que un coche nuevo del montón) y repiten. Suponiendo que una de cada cuatro se enganche, quedarían trescientos mil nuevos "mejorados" al año. Madrid entero se habrá operado (6.251.876 personas, censo 2008) en menos de veinte años si el ritmo se mantiene. Si aumenta aún antes.

b) Todas las personas que se someten a cirugía estética lo hacen para aumentar su autoestima, eliminando complejos e inseguridades en relación a su aspecto físico. El tema es denso como para darle ahora bola.

Añado sólo dos cositas propias: que nunca me operaré estos senos de clavel jugándomela en un quirófano porque la voluptuosidad gane de mano la partida y que tengo la desagradable sensación de que hemos perdido el norte.

Reoriento la brújula y me insinúo ante el hombre de la fotografía: Mr. Peter Sellers como Dios lo trajo al mundo. Por celestiales con esa guitarrita flamenca. Ea!

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