Ha venido la primavera con su olor a Nicaragua:
un olor a tierra recién llovida, y un olor a calor,
a flores, a raíces desenterradas, y a hojas mojadas
(y he oído el mugido de un ganado lejano...)
¿O es el olor del amor?
Ernesto Cardenal
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Hasta allá llegarán mis pies.
Para sumergirme un día en el océano Pacífico -que se ahuyente lo bélico de mis fantasmas -y al siguiente en el mar Caribe -que se temple mi sangre entre caricias y un to be que es la cuestión-.
Para rendirle homenaje al príncipe de las letras, Rubén Darío, y besar el león que le guarda la cama. Aspirante y suspirante a poetisa esta princesa.
Para dormir con los Indios Rama y encontrar el auténtico escondite.
Para ver, sentir y seguir latiendo a dos aguas: entre las mías y las de Nicaragua.
P.D. Cuídense en mi ausencia.