viernes, 28 de octubre de 2011

Instantáneas 'lentitas'



Pesadilla
'Pre-Halloween'

&

Encantador
'Truco o Trato'




jueves, 27 de octubre de 2011

Dama en apuros

 



Decía el crucigrama:
"la novia del vagabundo, que es una perra..."


Uno más de los pensamientos peregrinos que se cuelan entre mis neuronitas (glaseadas) para darme un respiro. Porque de respirar, precisamente, va la cosa. De hiperventilar de mala manera imaginando que en menos de un mes me tocará subirme al estrado y exponer mi ponencia (algo menos que imponente) a un público muy numeroso que me da entre quince y mil vueltas. Todo ello sin más beneficio que la satisfacción personal -si sobrevivo al pánico escénico- y el engrosamiento de un currículum vítae puramente decorativo. Un desastre manifiesto que trataré de evitar (no bailando con Freud, tumbada en su futón) olvidándome de este absurdo complejo de clase que me impide compartir mesa redonda con cinco doctores en Medicina, intensivistas para más inri, siendo una simple enfermera. Reinspiro parcialmente el CO2 exhalado, hierbas mágicas mediante, y me recompongo. 


La culpa la tienen las galletas. De eso no hay duda. 
Las de manzana, cuáles si no.


sábado, 22 de octubre de 2011

Lágrimas de viernes tarde




Sit and drink Pennyroyal Tea
Distill the life that's inside of me


Give me a Leonard Cohen afterworld
So I can sigh eternally


Pennyroyal Tea, Nirvana


&


¿Aprenderán los juglares
canciones de una lengua rota
y sanarán los enfermos
a través de las rasgaduras de mi piel?



El despertador sonó a las 2.30 de la mañana. Me puse mi hábito kimono y hakama inspirado en el traje de un arquero del siglo XII; encima la koroma, una pesada prenda exterior de mangas tremendamente largas; y encima el rusku, una especie de peto de retazos con un disco de marfil; y, por último, el cinturón de serpentina cuadrúpedo que se ata con un enorme nudo precioso parecido al challah galoneado y cubre los bajos del rusku. En total unos nueve kilos de ropa que me pongo rápidamente a las 2.30 de la mañana sobre mi enorme erección.



Balada & Madrugada en Mount Baldy,
Leonard Cohen


viernes, 21 de octubre de 2011

Un nuevo amanecer





Desayunábamos mi hermana y yo una mañana en la cocina de casa, cuando tembló el suelo y se derramó el colacao. Nos fuimos a clase sin nada más en el estómago que la certeza de una intuición: había vuelto a pasar. Apenas unos meses después, nos desalojaron en medio de una clase de lengua española; hacía frío, mucho, pero la Policía Nacional -con sus perros inquietos- no dejó siquiera que cogiésemos los abrigos. La evacuación, primero de las aulas y después del perímetro completo del recinto, no fue simulacro.


Desde hace unos años aparco mi coche donde otro hombre aparcaba el suyo: en la puerta de casa. Y aunque nunca nos conocimos, en cada octubre, en cada aniversario, un ramo de flores conmemora su ausencia amarrado al tronco de un árbol.


En el día a día, camino del estanco o de la panadería, mis pies pisan un asfalto que ha ocupado portadas de diarios y cabeceras de telediarios. No una, muchas veces. Y hoy, que el país celebra el fin del sinsentido, me detengo a pensar -café en mano- que es el primer día de mi vida sin el terrorismo a la vuelta de la esquina.



martes, 18 de octubre de 2011

Preguntando-Té




Y the needle
&
  the damage done...



Y en mundos más allá (del Masaya)
o en mundos venideros,
te echaré de menos
o envejeceremos a la vez. 



P.D.
Porque tú has sido habitante de mi sangre
desde entonces, ¿y ahora?

Ahora no te conozco.


Trampas de agua,
Mr. Bunbury por Mrs. Botwin


viernes, 14 de octubre de 2011

Fosfopoesía




Soy como esa isla que ignorada,
late acunada por árboles jugosos,
en el centro de un mar que no me entiende,
rodeada de nada, —sola sólo—.

Hay aves en mi isla relucientes y pintadas por ángeles pintores,
hay fieras que me miran dulcemente y venenosas flores.

Hay arroyos poetas
y voces interiores de volcanes dormidos.
Quizá haya algún tesoro muy dentro de mi entraña.
¡Quién sabe si yo tengo diamante en mi montaña,
o tan sólo un pequeño pedazo de carbón!


Los árboles del bosque de mi isla sois vosotros, mis versos.
¡Qué bien sonáis a veces si el gran músico viento
os toca cuando viene el mar que me rodea!

 

A esta isla que soy, si alguien llega,
que se encuentre con algo es mi deseo;
—manantiales de versos encendidos
y cascadas de paz es lo que tengo—.

Un nombre que me sube por el alma
y no quiere que llore mis secretos;
y soy tierra feliz —que tengo el arte
de ser dichosa y pobre al mismo tiempo—.


Para mí es un placer ser ignorada,
isla ignorada del océano eterno.


En el centro del mundo sin un libro
sé todo, porque vino un mensajero
y me dejó una cruz para la vida.
Para la muerte me dejó un misterio.


Isla ignorada, Gloria Fuertes





&


Gloria Fuertes que estás donde sea.
No me basta la voz del recuerdo...

Yo te quiero en tu casa y tus cosas,
con un wiskhy, un pitillo y un verso.  


Gloria Fuertes que estás en los cielos,
Belén Reyes



&


 
Fosfopoesía para prender el alma y dejarse engatusar con títulos que enamoran: Poeta de Guardia, Aconsejo beber hilo, Cuando amas aprendes geografía, Cómo atar los bigotes a un tigre o Mujer de verso en pecho.

 
Palabras que alumbran 'humo' y respiran 'amo'. 
La inmersión de los espejos exhalando suspiros abisales.
Camelancias inmortales.

 
Como un volcán despierto, Mrs. Nancy Botwin


 

Más allá del Masaya





Quienes gusten de escribir diarios de sus viajes, convendrán conmigo en que una de las prerrogativas inexcusables para hacerlo es no faltar a la verdad. Dejar constancia escrita de lo vivido, de lo pensado y de lo sentido, aunque no se ajuste a las expectativas ni encaje en lo idílico.


Las palabras que entresaco de la  No-Moleskine que llevé conmigo más allá del Masaya, dan cuerda para rato. Extorsión aparece tres páginas después de bodaComplot dos antes de estafa. Chantaje entre las mil primeras.  Monos, tortugas, zancudos y filibusteros son protagonistas indiscutibles. Serpientes letales, jaguares, arañas y controles militares,  secundarios.  Bajo lluvias torrenciales y soles justicieros; por tierra, por aguas dulces y saladas y por aire,  vivir diecisiete días en Nicaragua dio mucho de sí.  


Me reservo el derecho de no transcribir en su totalidad lo manuscrito, sabiendo como sé que no podría hacerlo sin verter una dosis excesiva de edulcorante para quitarme el regusto amargo de la boca y sin caer en la descripción de lo más íntimo para explicar mi deleite en este viaje. Tal vez más adelante, cuando ya no sienta el bamboleo de mi corazón tras apearme de la hamaca y recobre la esperanza en la bondad de la naturaleza humana.


Porque, al menos en parte, este fue El Viaje a ninguna parte.

viernes, 7 de octubre de 2011

Palabra de turista




Igual que una araña teje su compleja tela, laberinto de anclajes y recovecos, de nudos y caminos en apariencia limpios, para terminar acorralando a su presa y devorándola sin posible escapatoria. Así, luciendo esos colores alarmantes que la naturaleza otorga al peligro: rojos, amarillos y verdes deslumbrantes cosidos al negro muerte. Así también caímos nosotros en el peligroso juego de la vida. En un guión escrito con tinta de fango sobre el papel con base acuosa de la inocente curiosidad.

Nicaragua incrustada en las botas, Mrs. Nancy Botwin.


&


Anda mi cuerpo aún tratando de reestablecerse y acomodarse al modus vivendi europeo. Al agua caliente que mana del grifo de la ducha, al reloj que se burla del amanecer y del anochecer para marcar el ritmo, a la ausencia de picaduras castigando con dureza injustificada mi tobillo derecho.

Anda mi mente aún buscando pistas de aterrizaje en las que dejar reposar las alas y orillas carentes de lodo en las que no se hundan mis piernas a cada paso. Mi sueño sigue siendo frágil y parece rebelarse a la comodidad. Mi estómago digiere con lentitud y se afana en retener lo bueno y encontrar la ruta de evacuación de lo que no interesa. 

Ando desubicada. Como esa camiseta blanca que desapareció de mi equipaje sin decir adiós. Como si al puzzle de mi consciencia le faltaran piezas para conformar el paisaje. Como esa foto desenfocada por la que me lamento.

Ando feliz, pese a todo. Porque además de mi brújula, a mi lado duerme mi fotógrafo. En cualquier latitud, en todos mis latidos.