viernes, 7 de octubre de 2011

Palabra de turista




Igual que una araña teje su compleja tela, laberinto de anclajes y recovecos, de nudos y caminos en apariencia limpios, para terminar acorralando a su presa y devorándola sin posible escapatoria. Así, luciendo esos colores alarmantes que la naturaleza otorga al peligro: rojos, amarillos y verdes deslumbrantes cosidos al negro muerte. Así también caímos nosotros en el peligroso juego de la vida. En un guión escrito con tinta de fango sobre el papel con base acuosa de la inocente curiosidad.

Nicaragua incrustada en las botas, Mrs. Nancy Botwin.


&


Anda mi cuerpo aún tratando de reestablecerse y acomodarse al modus vivendi europeo. Al agua caliente que mana del grifo de la ducha, al reloj que se burla del amanecer y del anochecer para marcar el ritmo, a la ausencia de picaduras castigando con dureza injustificada mi tobillo derecho.

Anda mi mente aún buscando pistas de aterrizaje en las que dejar reposar las alas y orillas carentes de lodo en las que no se hundan mis piernas a cada paso. Mi sueño sigue siendo frágil y parece rebelarse a la comodidad. Mi estómago digiere con lentitud y se afana en retener lo bueno y encontrar la ruta de evacuación de lo que no interesa. 

Ando desubicada. Como esa camiseta blanca que desapareció de mi equipaje sin decir adiós. Como si al puzzle de mi consciencia le faltaran piezas para conformar el paisaje. Como esa foto desenfocada por la que me lamento.

Ando feliz, pese a todo. Porque además de mi brújula, a mi lado duerme mi fotógrafo. En cualquier latitud, en todos mis latidos.


2 comentarios:

  1. Querida Mrs. Botwin,

    Bienvenida a casa, donde la brújula estára a buen recaudo de filibusteros de medio pelo y voraces escualos de tierra. Dese tiempo para superar esta disritmia circadiana al cobijo de los árboles de papel y cola. Aterrice con suavidad, quítese de encima el repelente y espere a que los zancudos olviden su sabor. Ya lo celebraremos con un café bien cargado. Nos corresponde, es la ley de la selva. Los monos aulladores fueron testigos de excepción y ya sabe que contamos con la bendición de Chico Largo.

    Volar sin usted nunca será lo mismo.

    Un simple turista que viajó hasta Ítaca para quedarse.

    ResponderEliminar
  2. Querido Rey Cuervo,

    Las mejores instantáneas de este viaje llevan su olor y su tacto, pero eso usted ya lo sabe.

    Gracias por compartir los buenos momentos y por convertir los menos buenos en llevaderos.

    Guardo para el recuerdo su mano aferrada a mi camiseta hundiéndome y sacándome del barro; su mano en mi mano bajo la atenta presencia de Chico Largo; nuestras manos escribiendo indistintamente un único memorándum.

    Sólo un viajero ("feliz") elegiría Ítaca como destino.

    ResponderEliminar

Invitados al baile